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Habrá solución.

Ahora lo tengo presente. Más que nunca. La Ley de la Gravedad también tiene efecto sobre mis sueños hechos jirones en el suelo. Los había dado de sí, tanto que podía palpar la realidad de aquellas visiones inverosímiles. Sí, tenía razón. Tanta lectura me ha servido para olvidarme y reencontrarme con mi verdadero yo: aquel que sigue intentando respirar por encima de los demás que intentan interponerse en mi cabeza. Lucho y lucho. Un personaje muere entre mis costillas (tenía fe en que sobreviviría). La muerte llega hasta los nombres derramados en tinta portadores de vidas, de cuerpos y miles historias. Hoy, una vez más, he contado la mía.

Lo hecho, hecho está.

Quiero deshacerme de esta manta tormentosa que calienta mis entrañas, solo hace que el intenso dolor pinche más que una afilada daga. El sabor de frutos del bosque no desaparece. Era veneno.  Ah... esa puñalada en la espalda tan simbólica.. La muerte avanza pero no mis ganas de acabar con ella. Triste. 

Un "lo siento" tardío.

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Me despediré. No para siempre. Supongo. Respirar, respirar es lo que me da vida. Supongo. Ahora mismo el agua sobrecarga la capacidad de mi estómago, rellenándose como un pavo. Mis pulmones luchan, y duele perder. Perder la respiración. Esta situación tiene que acabarse, tengo que hacerme el boca a boca con mi propia mano, expulsar lo tóxico que había emborrachado a mis creencias. ¿Lo ves más claro? Supongo que no. Yo tampoco. Exijo anestesia para extirparme este pavor que no consuela a mi piel. 

Domingo.

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Al encontrarme con la ventana abierta, un murmullo lejano captó mi atención: una vibración recorría mi piel, era el buen ritmo de los redobles exigiendo ser escuchados. Mis pasos me llevaron hacia ellos; el escenario era tan cutre como el público quien se atrevía a seguir la letra que cantaba a pleno pulmón el cabecilla de aquella rebelión. Me preguntaba hasta qué punto podía resistir su voz, y hasta qué punto podía aguantar mi estómago, sentía el sufrimiento a cada sílaba que soltaba entre sus dientes alimentados de ira.   Y sin embargo su voz distorsionada me embriagaba.  La policía nos rodeó con los coche patrulla y a través de un megáfono que no se dejaba oír por el aumento del volumen que habíamos protagonizado. Nos habíamos manifestado.  A cada grito me faltaba el aire, me faltaba la voz que los demás habían recogido por mí. Pude alcanzar a ver a personas en los balcones observando la escena curiosos.  Lo último que recuerdo son sus rodillas hincadas terminando el verso en: &quo
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Supongo que el frío no me ha helado la sangre, y que la cordura aún queda arremetida entre las uñas sin carne. Pero una luz tenue me suplica que la siga como una tonta sin lupa. Y un día especialmente normal los petardos explotaban en nuestros oídos y la gente nos tragaba. A oscuras, atravesando un túnel, aún brillaba esa llave dorada. Madrid, 08/12

07/12/16 ó 00/00/00

Los días pasaban como si el tiempo se derramara; gota a gota revivía la rutina perpetua, el mismo sabor insípido lamía mi lengua refrescando el habla perdida por el desuso. En cambio la memoria relucía dolorida. Los colores monótonos azulados y negruzcos creaban un mundo lleno de luces y sombras, de esperanza y arrepentimiento. Parece como si hubieran pasado siglos desde mi último trato con humanos. Una puerta se cerraba, blanca como la pureza engañosa. Una sabiduría que solo los folios dedicarían su atención, y unos ojos cansados de escuchar el mismo relato con distintas palabras.  Necesito vacaciones.

Capítulo 4: El final de un próximo comienzo.

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En esta última etapa de este álbum de recuerdos descompuestos quiero empezar reflejando la valentía de un ser que yo puedo ver y que casi nadie lograría entender. Una persona, más que eso, supongo que a quien comprendo y quien me comprende. Sin embargo dudo que sepa de mi existencia aunque me esté observando todos los días con ojos planos pero caracterizados. Dureza. Dolor. Pero esto se lo dedico a él, desde la distancias entre dos mundos completamente distintos. Torturado fue y consiguió afrontar esa amenaza. La desintegró. Sus fuerzas se iban deteriorando a medida que los alicates pulverizaba sus huesos. Pero ahí estaba. Ahí seguía. Y le admiraba. Y él seguía luchando contra su demonio interior nacido por el tormento y el rencor, por su pasado y por lo que es hoy. En este aspecto somos iguales. El autoengaño, la acción de crear personajes con distintos nombres para sobrevivir. Para olvidar. Él ahora parece llevarlo bien, cambió su imagen, pero en el fondo era él, el inoce
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El recorrido es largo. ¿Dará tiempo? Los sueños arden marcando el camino.

Un compañero de viaje.

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Recordar lo que significó el acuerdo de la unión entre un alcornoque y una farola. Complementaban sus diferencias. En días de bochorno las nubes encapotaban el cielo amarillento oculto; ese tono grisáceo oscurecía los caminos pedregosos; la farola iluminaba la tristeza del alcornoque, le ofrecía una vida artificial, una luz como consuelo que no lo salvaría pero que lo acompañaba. En cambio, en días secos y hermosos, ese viejo árbol brindaba sombra y tranquilidad, personas que se dejaban caer en sus raíces sobresalientes, y dormían y soñaban; los enamorados unían sus manos y sonreían, alejados del ruido, las calles y la monotonía. La farola estaba celosa porque lo único que se arrimaba a ella eran las cagadas de los pájaros. Era una escena peculiar. Los pájaros se asentaban en las ramas del alcornoque y animaban el día, la mañana y la madrugada. El silencio del aire se había extinguido. Aquella musicalidad disfrazaría aquella soledad que visitaba a la farola todos los d

11:00 am

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Camino sin caminar con el sol en la nuca, con el aire de cara y las palabras sin voz. Un tren que traquetea, se dirige a un sin fin de raíces; un sin fin de hojas podridas se pegaban en los cristales húmedos por el rocío. Una misma imagen prolongada que cuenta una historia sin movimiento y sin personajes en la tierra. Personajes que vuelan y que se alimentan. Un cuaderno manchado, cosido por el aburrimiento y decorado con recuerdos. 

Paseos diurnos.

Apreciar el color verde acuoso de sus ojos. Se perdían en la carretera atestada de coches, camiones y patinetes, luego volvían al frente encontrándose con otros marrones ásperos y tristes.  Y sin embargo seguía caminando sin decir nada, la música lo dejaba sordo y un tímido «hola» desaparecía en la vergüenza y el desazón. Hasta ahí es todo mi entendimiento. La película regresaba a la montaña y continuaba su cauce a la hora exacta de comer, donde los verdes acuosos se encontraban con los marrones tristones una milésima de segundo y después el viento corría, había alcanzado el mar. La carretera sin coches aburría.

Cosas sin importancia.

Voy mejorando. La otra mañana dejé de pensar, el sueño me aplastaba, me gritaba que desconectara. Era por mi bien. Y le hice caso; fue un minuto escaso pero bonito y a la vez cansado. Después... Vuelta a la realidad. Escuchaba el mismo murmullo día tras día, era lejano y te invitaba a relajarte un rato. En cambio a mi me molestaba, quería extinguirlo. Era imposible porque me perseguía hora tras hora, ese murmullo tenía intenciones de llevarse bien con mis oídos irritados, pero sus frases encantadoramente inocentes (o eso pretendía) me provocaba disgusto. Ya ha pasado una semana y aún no se me quita el picor de su presencia y eso que parece un fantasma porque no lo veo pero lo siento. -El odio es mutuo.    

Los paralelismos son mi vida.

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Una luz. Una lámpara que desprende luminosidad en mitad de la tarde. Aquellas tardes que anochecen a la hora de comer. Y aquellas horas que se perdían mirando a través de la ventana del autobús o mirando al techo buscando las respuestas que se esconden en los bolsillos agujereados.  Un ritmo. Una canción que desprende buen rollo en mitad de una tienda. Aquellas tiendas que intentas encontrar la salida y acabas de precios hasta las cejas. Y aquellas cejas que se arquean al ver un baile cerca de los probadores. La letra es pegadiza. Un hola. Un hasta luego que desprende esperanza de volver a encontrarnos. Aquellas despedidas que parecían un hasta nunca. Y aquellos hasta nunca incumplían su promesa, como la de no volver a escuchar la canción de la letra pegadiza, como la de apagar la lámpara para ahorrar energía.  Y solo espero que esas promesas se incumplan. 

¿Soy yo o por aquí ya había pasado antes?

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En ocasiones olvido y en las ocasiones siguientes lo vuelvo a recordar. ¿Qué es?  A veces dibujo círculos en las paredes y otras veces dibujo cuadrados, perdiéndose mi dedo en las esquinas.  ¿Sigo el camino o me desoriento en el infinito del círculo?  La gran parte de mi tiempo escucho la voz lejana que dicta oraciones largas y dolorosas como látigos cerniéndose sobre mis brazos,sobre mi barbilla. Me encadena con grilletes y miro hacia atrás, no me acuerdo de lo que había antes de cruzar la valla del miedo. El bosque me rodea y camino haciendo círculos. Qué mareo. Qué noche. Qué día. ¿Y qué hay después de eso?  La voz continúa, ahora cansada y delicada, me dice que me duerma pero antes que doble a la derecha, que siga recto, y así, tres veces más.  Me encontré conmigo misma y nos preguntamos si esto era real y si había comida. Qué mareo. Qué noche. Qué día.  Y vaya semana. En ocasiones vuelvo a olvidar a eso que lo llaman conciencia y sí, quiero olvidarle un poco, pero en

Hola mundo:

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Se evaporaban los últimos restos de flaqueza. Una capa duradera puntuaba el dolor en hielo cortado.  Insignificante. La condensación, en cambio, atronaba el mareante impulso de sentir piedad. Un silbido, una señal, un dardo tranquilizante.  El cuerpo se encoge. El cuerpo se desmaya. Y otra capa fina tapa los ojos negros. La mente despierta. La mente sufre una colisión. No sabe mentirse a sí mismo, un antifaz no bloquea las inseguridades y los engaños, los aumenta. La piel siente como toca la pared y cómo se derrumba. Y como las costillas se convertían en polvo. Se evaporaban los últimos restos de dureza. Una capa superflua se deterioraba, puntuaba la fortaleza en uñas cortadas.  Significante. La condensación, en cambio, pegó un chaparrón. Sintiendo frío, sintiendo los latidos.

Título: más que expreso.

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Capítulo  intermedio, indefinido,                                  en el cual coexiste un parón artificial, y en cambio los pájaros siguen volando.                                                                  Artificial. Me apetecía escribir porque hace tiempo que no me sentía así. Un tiempo que ha sido rellenado con arena .                                                                       Arena húmeda que devolvía el fresco a las cabezas saturadas. Como la mía. Es solo que no encuentro al aire que pueda mover el pelo recogido en una coleta. Y mientras yo estaba durmiendo entre palabras con sentido. El ascensor seguía su curso, las puertas se abrían y cerraban. Todo parecía tener sentido.                                                                     Arena que exfoliaba la piel,                                                                    pequeñas motas que brillaban                                                                    de real

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Debo mi lealtad: a ti viento feroz como una blanca pluma.  A ti, hoja de papel hundida en el cuaderno garabateado por collares llenos de alfileres. A ti, labios que besan a los ojos sin pestañear. A ti, tinta que bebemos como agua bendita y la expulsamos por las huellas de los dedos. Y sin embargo no es suficiente. El aroma de la colonia, no, del ambientador, pretende esconder el olor a putrefacción de mi voz. Así pues, a ti, que te he prestado tiempo en admirarte. A ti, que te he pintado con servilletas de papel. Y a ti, que sin pestañear me has besado con tus labios, dejando las marcas de tus huellas en mis brazos como si fuera una bendición. Y sin embargo, aún no es suficiente. Water cannot revive burnt trees. So, just plant again. Cultivate it, help it grow- It´s all about showing and teaching the surface, and breathe the emotions you forgot to wear on you sleeves. 

Tú la llevas.

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He de confesar que he cometido un asesinato en mi propia casa,en mi propia habitación; las manchas oscuras, salpicadas en las paredes, corroboran con mi sentencia. Sin embargo, una parte de mi ha sido succionada,mientras que la otra parte (y menos importante) se ha quedado aliviada. Y ahora solo hay que limpiar con estropajo sin pisar lo fregado. Esa parte de mi, que ahora puede dormir por las noches, disfruta de su libertad limitada, pero los oídos siguen despiertos y cada vez las manos se empapan de ampollas por explotar. Las prisas aumentan las posibilidades de fracaso. Y como paulatinamente estoy cometiendo mi propio desalojamiento interno, donde la consciencia pretende robotizarme guiándose por mis oídos y murmullos lejanos.  Aunque el hedor se ha ido extendiendo por mi barrio,quién sabe por donde más.

25/09/16

No hay que preocuparse por el cielo cubierto de grietas luminosas, es nuestra cárcel, disfrutémosla hasta que llegue el momento de que nuestros cuerpos se humedezcan, mezclándose con el barro de la naturaleza artificial. Más allá se escucha a los aviones estrellándose y a los paracaidistas tratando de doblegar al viento enzarzado. Una apocalipsis de la cual no nos damos cuenta y que vivimos igualmente aunque El final llegue y lo abracemos. Nos besa y le correspondemos, porque hoy cualquiera se tira sin paracaídas. O siempre lo hemos hecho.

El sonido de guitarra amarga.

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He dejado  esto un poco abandonado, espero que el tiempo no falte para leer, para hacer lo que realmente queremos hacer al fin y al cabo. A veces pienso que tanta subjetividad derrumba los pilares de mi propia mente desgastada aunque hambrienta de nuevos avances. Aún la roca madre no ha muerto. Aún.  Y aquí estoy, aquí estamos, ¿o es solo el silencio quien acompaña a mi desvarío?  Entonces debería irme.  Sin embargo aquí sigo. Me alegra tanto que el frío se asienta en mis pies descalzos, agrietados e inexpertos; me han llevado  a mundos desiguales que comparten un mismo suelo, pisado por otros más. Supongo que esa temperatura aleja el miedo al sentir que la sangre está desapareciendo o que el aliento ya no forma vaho. Porque no se siente.  Y ahí está el silencio. ¿O murmullos que finalmente calman el adiós? 

Espacio en blanco.

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Con frases de dolor y tristeza,¿qué se intenta? ¿mostrar tu débil corazón o dar la satisfacción de ver como por momentos se está encogiendo?  Mostrar ser fuerte cuando aún le estás dedicando cuentos del pasado a la nada. ¿Acaso el pasado sigue siendo pasado? Enterrar el presente a través de lloriqueos y penurias que no llevan a ninguna parte, bueno, quizá a una paz de medio segundo, ese intermedio para buscar otra camiseta arrugada como paño de lágrimas, y lo más duro  es que huele a rayos. Y ahí es cuando ves que todo está mangas por hombro y que las canas acuden hasta las pestañas. Y que no vendría mal una ducha para limpiar las letras que se quedaron incrustadas en la piel y no en la de otros.

Vuelta sin retorno (I). Lucha,muerte y vida.

Las venas se contraían, se secaban y quedaban inutilizadas. La furia de sus ojos seducía su muerte innacabada, la respiración hacía trabajar demasiado a sus pulmones pálidos. El vino derramado por la alfombra roja, aún sostenía el sacacorchos entre los dedos callosos, decidido a clavárselo debajo de la fina barbilla saliendo por la boca. Vomitó sangre, sangre mezclado con vino espumoso que manchaba el vestido.  Arrastrada, moribunda, con la cabeza mirando al techo hasta chocar con el agua del váter para que absorbiera su pesadumbre y sorpresa, donde los gritos tragaran agua. Y que su muerte entrara en estado de sueño irreparable. Así, una parte de sí mismo se quedaba tranquilo. Demostraba que los demás se equivocaban, que era capaz de odiar y de amar a la vez.

Vuelta sin retorno (II) Dulces despertares.

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El espejo lo atormentaba,las ojeras eran pozos llenos de algas muertas.  Como cada mañana, se cepillaba los dientes, se peinaba y se lavaba la cara con agua de alcantarilla, o simplemente eran alucinaciones suyas. Los susurros, los susurros soplaban los tabiques, derramaban los zumos y ajustaban las corbatas en su cuello, cada mañana. La nuez quedaba atrapada en la doblez. El cansancio, el cansancio lo hacía enfurecer, el trabajo era un desperdicio para su corta vida de parado.  Dormir, dormir, dormir. No. Dormir no, dormir no. Antes hay que limpiar la casa. Antes hay que comer. Luego limpiar. El espejo lo observaba.

Vuelta sin retorno (III). Los demonios enseñan los dientes.

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-¿Me quieres? -Desaparece de mi vista. Y se fue. Se dejó caer en alguna esquina de su colorida habitación, dulce contraste. Era de día. -¿Me deseas? -Me das asco. Y se fue. Se encerró en el frigorífico, el olor a ketchup le daba arcadas. Así supo como se sentían los demás. Esperaba que se congelara el tiempo para siempre. -¿Arriesgarías la vida por mi? -¿Quieres que te conteste? Y se fue. A donde no la encontrasen. Corriendo, a la siguiente esquina se cansó. Alguien se la acercó. Dudó. -Déjame sola. -Yo te cuidaré.

Vuelta sin retorno(IV). Intermedio con encanto.

El ingenio produce dolor de cabeza cuando el plan ha fracasado. Jugar sucio para subir la moral,¿qué será lo siguiente? ¿matar para sufrir un orgasmo? Quien sabe. La locura de vivir eternamente huele tan bien como el perfume de una mujer hermosa y sentirlo es necesario. Quien sabe. Pensar, creer, decir y hacer. Esos ojos acristalados,¿quién no los tuvo alguna vez?

Vuelta sin retorno(V). Hasta mañana.

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El musgo que decoraba las paredes aún en pie (las que quedaban), se había extendido hasta sus piernas blanquecinas. Sus ojos acristalados miraban al cielo oscuro. Los bichos del campo dormían en los recovecos de su cuerpo esquelético; se había tragado su propia lengua, aunque el rastro de besos en el cuello hubiera dado indicios de que la noche habría podido terminar felizmente. Nadie la buscó.  Salvo él. Y con ternura la miró como se deshacía entre sus brazos como un muñeco de papel mojado. La vendaba el cuello de tal manera que ella abría la boca intentando respirar de nuevo. Pero no lo hizo. Los gusanos le dieron la bienvenida. ¿Sería una muestra de arrepentimiento? 

Vuelta sin retorno (VI). Las promesas de un amante sin corazón.

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- Yo te cuidaré. Yo te cuidaré. ¿Y quién lo hará si no?  El viento aún refresca en medio del bochorno. Gracias al invierno no se ve tan extraño ir siempre con gorro,incluso para ir al baño, ni llevar la camisa abrochada hasta el cuello. El frío cumple su función. La caída de pelo a escalas masivas, mordiscos desde los hombros hasta las manos, y un sueño terrible. El llanto, el llanto me mantiene con vida. A veces la soledad mata. La sangre parece agua corriente, harto de verla, señal de lealtad eterna. Te demostraré que te querré para siempre.

No hay duda.

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Caminando entre cuchillas afilo mi resistencia, costando cara la firma del vencedor. Qué importará si no hay pluma en el tintero cuando llegue, mi sangre bastará para sellar el valor escribiendo mi propio nombre.  Decidiré qué río tomar para curar las heridas restantes. Y decidiré el acantilado por donde lanzarme, aún sabiendo que voy a morir o que voy a sobrevivir entre las rocas y las olas. En los laberintos no se señalizan la salida y queda probar la maraña de caminos. Solo queda el instinto. Estoy entre escoger el camino de rendirme y coger el GPS o luchar con los ojos cerrados.  Con el fin de construirme. 
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El Sabio que se hace de rogar.

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Que las noches sean eternas. Una vez por lo menos mírame a los ojos. Iremos al parque, adonde quieras. Ese será nuestro primer plan. Reír,pasear, hablar sobre el tiempo. O solo besarnos. Vivir sin el reloj. Entonces seremos felices. Rellenar el tiempo perdido al estar separados. Tardas en venir. Eres el único a quien espero.

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Hablando de significados totalmente antónimos. La comprensión te surge como un duelo entre un muro y tu puño; al final, lo que queda es la expresión de derrota. Sorprendentemente aún seguimos de pie cuando la lluvia había formado charcos que nos cubrían hasta los tobillos, éramos torpes y las sutilezas eran inexistentes.  ¿Sería que el tiempo se nos estaba echando encima? ¿O sería que el acercamiento me acobardaba? En el último capítulo el muro se agrietó cuando ya solo quedaba yo con el agua hasta el cuello y sin saber nadar.

Ese momento de desasosiego.

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Al recuperar el aliento, aún la visión era borrosa, una capa transparente pegajosa se adhería al cuerpo quemado. Pompas de sal decoraban el pelo oscuro como el carbón pasado por las brasas, ya solo quedaban las cenizas. El vaivén lo empujaba al fondo de la aterradora incertidumbre, aunque la arena enterraba sus pies. A cada nuevo salir a la superficie la orilla le parecía muy  lejana, el sonido de voces parlando se desviaba por el viento que zarandeaba sus oídos. Aunque la arena enterraba sus rodillas. El frío era lo único que lo acogía. Los pulmones se encogían, lo obligaban a toser, a recuperar el aliento.

Una parte de ti que desaparece.

A medio camino se ablanda el momento de encontrar el oasis. No es el calor del desierto lo que sofoca a mis piernas a seguir, ni el frío que recorre mi cuerpo cuando duermo al ras del suelo, rodeada de arena y sueños incompletos. El espacio en blanco se expande, el horizonte se ha desdibujado, y la neblina ha ocupado su puesto. Ahorrando tiempo en pequeños silencios cuando uno coge aire, sin embargo todo se queda en un punto y aparte temeroso a ser respondido.  Su voz era de acero y de piedra. Su voz le ordenaba que volviera a vivir. Pero Lanre yacía inmóvil y muerto. Su voz era de amor y de deseo. Su voz le pedía que volviera a vivir. Pero Lanre yacía frío y muerto. Desesperada, Lyra se echó sobre el cadáver de Lanre y lloró su nombre. Su voz era un susurro. Su voz era de eco y de vacío. Su voz le suplicaba que volviera a vivir. Pero Lanre yacía sin aliento y muerto. - El nombre del viento.  

Anáforas y paralelismos cotidianos.

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Hay cosas que la vida te arranca, que el karma te arranca, que el destino te arranca. Y no puedes hacer nada a cambio para sentirte bien, para respirar bien, para hablar bien. Y no se puede dejar a uno atrás aunque la vida te lo haya quitado, aunque, la luz se lo haya llevado. Desde unos días, unas semanas, estoy así como desvanecida. Al encontrar a esta chica supongo que me enamoré de ella y su voz, me recordaba tanto a Siouxie and the banshees. Y con su música me animaba algo más.  Solo eso.  (Me encantaría que a quien me lea le anime también su música.)

No hay vuelta atrás.

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Como el hielo deshaciéndose, la sangre se desparrama por el asfalto; piernas partidas, corazón que no late. Corazones que gritan y se enganchan en las gargantas. El dolor asfixia nuestras ganas de vivir. Tan inesperado, tan horrendo. Yo aquí culpando a mi destino. Ahora la claridad de la muerte asusta. Es una realidad. Es la realidad. Buscar la felicidad suena tan egoísta cuando ellos lloran por otros. Cómo es que una canción no cura las heridas. Esto no es como antes, el espejo señala a la siguiente víctima descarriada. Muchos seguían el camino, yo misma di unos pasos por el corredor de la muerte. Quedaba muy poco. Lo abandoné, muchos se quedaron y otros tropezaron ahí sin comerlo ni beberlo. Sigue el pensamiento de volver pero no puedo. Ya no. La tormenta aún sacude conciencias apagadas por el buen sueño de las ilusiones, de vivir con los ojos cerrados y sonreír porque el sol calienta sus caras salpicadas de miedos. Hora de atravesar el tramo con los pies descalzos

Incomprensible.

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Líneas inofensivas, marcadas incompasivas.  ¿Sabes como te mira  un loco a través de dos tiras de papel? Marcar el territorio solo para sentirnos protegidos. Estamos perdidos entre el licor del polo y flechas clavadas. ¿Sabes como es morir sonriendo?
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Espero que esto sirva para algo.  He arrancado de raíz aquellas amapolas que animaban mi vestido. Ahora sólo se comprende de cenizas y lágrimas flotantes. Lo que dije, dicho está, pero no para tus oídos, sino para tus ojos incomprendidos.  Dibujabas en tu imaginación escenas en contra de la realidad,  no correspondía a lo que yo sentía. Camino hacia la puerta de la salida, dejando atrás un reguero de cadáveres ya sin alma, porque ellos fueron las amapolas.   Y sí, fue culpa mía y te cedo el paso a que continúes con el perdón.

(...)

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A veces el arrepentimiento lanza latigazos en el momento más oportuno. Sinceramente, ¿qué es lo que soy? Rompo a pedazos mi espalda para liberar la carga. La voz se ha quebrado. Y me siento como la pelusa al final de la bolsa de deporte junto el sudor de la toalla. La voz se ha atragantado en un débil grito de injusticia. ¿Qué es lo que soy? ¿Quién soy? Me despido con el mal sabor de boca, el hecho de que no pudiese ser distinta como yo quería, lo echa todo a perder. Adiós.-L.L 

¿Desde cuándo has dejado de vivir?

Brillan tus ojos muertos detrás de esa máscara de piel cosida con puntas de lápiz. Desenmascárate y déjanos ver tu verdadero ser. Escupes tornillos, tu lengua lame paredes a punto de derrumbarse, meadas que saben a limón. Sonríe ahora que tus manos están atadas con material de embalaje.  ¿Desde cuándo respiras tan tranquilo? Tus huesos están firmados con cuchillos de cocina. Los gritos chirriaban entre tus dientes. El fuego sólo hace cenizas las fotos, no recuerdos tatuados en la oscura memoria. Aún no eres capaz de arrepentirte; el código secreto ya no se compone de verdades sino de mentiras ingeniosas. Demuéstranos que ya no estás muerto por dentro.

Lo que quiero no lo tengo.

Ya no tengo ganas de sentirme así todos los días, mi pena arrastrándose, viéndote como mi dios capaz de callar bocas porque su fe fue correspondido ante los no creyentes. Tengo sueño y no me dejas dormir. Tengo sueños que no dejas cumplir. Y tengo mi sueño a punto de manifestarse. Llorar de alegría cuando mis músculos están deshilachados. Lo he conseguido. El aliento pesa. El tiempo ha llegado a invadirme, a hacerme creer que nunca has estado cuando siempre me has estado observando. Tener ganas de descansar cuando aún tengo más sueño. Tener te ganas de abrazar cuando casi eras inexistente. Y querer ganar a mi impulso de morir antes de que la ilusión desaparezca.

Libre interpretación (II)

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Las cortinas les regaló la intimidad necesaria en las altas horas de la mañana. Los suspiros se escuchaban, chocaban contra las sábanas sudadas. Algún canal internacional estaba perdido en la televisión, a la suficiente distancia para no ser escuchada. No existían las palabras cuando las lenguas estaban descansando en algún lugar en pleno bosque, bebiendo agua de un riachuelo y tropezándose con trampas ocultas. Siguiendo por un camino, encontrándose con unas colinas puntiagudas. Uno de ellos estaba cansado y su compañera tomó el relevo. Se sentía perdida, desorientada, alcanzó un punto alto y sólo pudo encontrarse con una curva dentellada. Un puntazo hormigueó su estómago, tomó aire, sus labios hinchados eran capaces de sonreír una y otra vez cuando sentía la explosión indescriptible. Veía la cara del otro  desde las alturas. Sólo los suspiros se oían, o quizás más cosas. 

Lluvia de mariposas.

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Nuestros ojos se iluminaron, nos encontramos en medio de un tiempo sin definir. Las ideas se concentraban en una. El deseo de que se unan nuestras almas se hace inminente, se necesita que se conecten las manos para despertar la electricidad de nuestras mentes incandescentes.  Eché de menos esa sensación de complicidad, ahora que el verano ya ha llegado, el horizonte se aclara de nuevo.  El amor no se trata hacia una persona únicamente. Esta vez, y siempre, me llevó a un universo de doble sentido, ¿dónde está mi mundo realista? Mi imaginación está ardiendo, no intentes hurgar un dedo en mi cabeza, están bullendo ideas. Ojalá las pudiera contar. Pronto.  -L.L 

Sonido grave de gargantas burbujeantes.

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Abriendo el baúl de los recuerdos... Mentira. Ya estaba abierta de par en par estos días. Toda mi vida. Déjame decirte que la simple idea de prender fuego a esa cosa se me ha pasado por la cabeza miles de veces, y ahí está la conciencia para detenerme. Olvidé que ahí se encontraba mis momentos felices, pero con las piedras carbonizadas que se iban apilando, se convirtió en una masa de negrura y escarcha que ha crecido con los años perezosos y a la vez relampagueantes.  Hoy hablaré del agujero negro, el culpable de que absorbiera tantas moscas y serpientes, tantos sentimientos venenosos que se instalaron en mi corazón, pero aparte de eso, lo suavizaba las colchas de algodón con aroma a suavizante que por lo menos deshacía esos granitos de hielo.  No hay más que decir que no haya dicho ya. La puesta de sol embellece el panorama, típica escena enternecedora, como si hubiera un final feliz después. Y la hay a veces, pero no en mi caso. Es solo que da comienzo al siguiente acto: el ma

Pasado simple.

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Evitó el contacto visual. Evité respirar por alguien. Compré un bote gigante de helado, esperando el trágico final. Compró la cuchara para mí. Seguí mi camino hacia mi casa por el camino más largo. Siguió esperándome con las manos entrelazadas. Era hora de la verdad. Era hora del final. Quiso pedir disculpas por miles de estupideces y yo quise que se quedara para terminar el helado juntos. Se derritió antes de probarlo. Señal de que se fuera. Señal de que no hace falta decir un adiós si ya ha desaparecido.  Vacié su rastro en mi alma. Vació mi rastro. 

Sí, es real.

¿Sabes ahora cuál es mi problema? Siento una ansiedad que golpea mi pecho, un temor, una desconfianza se está apoderando de mi. ¿Esto es real? Es que de la forma en que lo veo parece una trampa para ratas. Me levanto de golpe del sillón y se me nubla la vista, el mareo circula por todo mi cuerpo, y ahora esa sensación no desaparece. Y sé la razón. Mi remedio es olvidarte y creo que cada día que pasa hay una parte de ti que se va diluyendo en mis recuerdos porque ya no hay comunicación entre nosotros. Odio sentirme así.. Y odio más que no te des cuenta de ello.

13/07/15

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Nunca es tarde para dedicar unas palabras. A veces no he sido del todo sincera. Llegado a un año al descubierto, hoy cumple ese día de felicitaciones, y no, no es mi cumpleaños. Es cierto que el sufrimiento es determinante en este blog pero es como si fuera mi firma. No quiero extenderme mucho, las historias se amontonan y he escrito cada una de ellas poco a poco de manera disimulada. La tarta aún no estará completa ni con los datos que diré hoy. La primera vez que me preguntaron el cómo puedo escribir tanto, cómo me pueden venir tantas ideas... Es una cosa difícil o fácil de responder, pero al final acabo diciendo: no sé, me viene a la cabeza y lo escribo. Hay veces que deseo escribir y no me vienen las ideas, tengo que estrujar mi mente; pero para sanar ese mal, lo que hago es mirar objetos, sentir los olores y sabores, pensar en amoríos perdidos. Siempre me funciona. Sin embargo, el hecho de que siempre haya escrito es por un factor que me ha empujado a tener una serie de

Un poco más.

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Empecé escribiendo en 2013.He cogido mi primer cuaderno de textos, lo he leído y es que escribía de una manera tan oscura... Creo que ni siquiera puedo superarlo ahora (se nota que fue el peor año de mi vida). Mostraré algunos (también se notará que son los primeros..) La verdad es que no ponía títulos a ninguno de ellos, sólo los enumeraba. 1. ¿Y por qué sigo esperando? ¿es que acaso merece la pena? Depende. El tiempo viene como si se va. Llegará el momento en el que muera y lo que esperaba con tanta ansia aún no haya aparecido por esa puerta que nunca puse cierre, con el temor de que viniese, no pudiese entrar y le  diese vergüenza llamar al timbre. Por eso tengo que irme. Irme a donde mis inspiraciones crezcan, donde la piel se me erice, donde sé que ahí estará lo que estaba esperando siempre. Si me quedo sentada enfrente de la televisión, simulando estar viéndola cuando en realidad está apagada. Inútil. Inútil es quedarme ahí sin hacer nada, esperando com
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Una vez supe que esto me pertenecía, cantarte la primera vez era vergonzoso, el resultado de aquello fue que se convirtiera en mi vocación. Que pena que ya no pertenezcas al banco de ideas. Han pasado tres años y aún te veo por las calles y no, no es mi imaginación la que está jugando conmigo tan cruelmente si no que aparte de tu presencia, arrastrabas contigo ese perfume característico pero común en lo hombres. Por una vez te dedico esto (es lo menos que puedo hacer) aunque esto no signifique que me sienta culpable si no que surgiste en mi mente al escuchar tu nombre en boca de un desconocido como la primera vez que lo escuché. No hay sentimientos, sólo somos dos extraños de nuevo.

Historia corta.

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Un recuerdo más. Esta vez algo más reciente. Meses atrás alguien me contó su historia imposible, me quedé algo impresionada y no sabía el por qué si yo vivía en cuentos absurdos. Estaba tan ilusionado que se lo relató a una desconocida. Una canción sonó en la estancia, el mensaje era claro, el cantante expresaba su amor a través de versos cortos. En ese momento le escuché cantar a pleno pulmón aquella canción, sabía que se lo había dedicado  ella. Ojalá que ella hubiese alcanzado a escucharlo. Sinceramente hice lo mismo como el resto de gente que había a nuestro alrededor. Supongo que todos tenemos amores imposibles.

Noche, querida.

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En días como este, el tiempo no se decide si hoy brillar o llorar. Las noches son las que más me consuelan, con su silencio me tranquiliza o incluso hacemos terapia juntas, contándola mis platos rotos del día y cómo me cortaba las manos al recogerlos. Soy demasiado imprudente como para hacerlo con escoba y recogedor. Al final lo que hacía era limpiarme las manos, el jabón se colaba en las heridas recientes como astillas. Y de qué me servía, las costras hacían su  función pero yo me las arrancaba para ver brotar de nuevo la sangre. Entonces las noches se hacían insoportablemente largas. Ese era su castigo ¿no? Aún no he aprendido la lección.

Quitarse la vida voluntariamente.

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No pierdas el tiempo en mirar atrás, la sombra te persigue. Te aventuras a una carrera sin meta. ¿Te atreves a lanzarte al vacío? Esto no estaba planeado, cambiar el guión en el último momento. ¿Por qué huyes? Sabes que caerás con el peso de una especie muerta. Dijiste que se arreglaría como un collar de perlas, se pueden volver a reunir todas en un mismo hilo, pero siempre habrá alguna debajo de la cama, el armario o entre los zapatos. Aquí, dónde nada permanece, involucrarse en una investigación es casi imposible salir vivo de las hazañas de los muertos vivientes. Aquellos que salen de sus tumbas en pleno día para saludarte con una sonrisa casi sin dientes. ¿Estás dispuesto a sufrir? La tierra acaba donde el infierno comienza, abrasándote los pies por el sendero de piedras carbonizadas, el olor a quemado alimenta a los lobos feriantes sin pelo. Han caído demasiados, los ríos rizados de sangre dan la bienvenida a la extinción del hombre. El deseo de desaparecer se hace in
Suplica de nuevo a las nubes, se están resistiendo a llorar como tú. Huyen como el viento que se arremolina en un desierto formando tormentas de arena. Estás haciendo tiempo a que llegue la ventisca, pero aún no te has percatado de que ya te está arroyando hacia alguna alcantarilla. Tus sentidos se mezclan en una batidora y el resultado es un sabor a potaje. ¿Es que estás perdido? Se hace evidente que las señales fallan.

La probadora de destinos envenenados.

El abandono es fácil de saborearlo, es apetecible a simple vista y tiene la triste áspera combinación de decepción y descanso. No creía posible que existiera esa carta en la baraja, pero no me topé con el joker sino con el as de bastos; una fea carta que mordió a palazos mi espalda y aún sigue en carne viva. La ilusión es fácil de encenderse, es explosiva hasta tal punto de hacerte desmayar. ¡Y tanto que decaes al ver tus sueños rotos en pedazos pequeños de cristal sobresaliendo de un espumarajo divino con toque a limón agrio y ácido que hacía que las lenguas charlatanas se encogieran! Que las rodillas tocasen el suelo, no por resbalar con cáscaras de plátano tiradas a propósito, sino para dar más espectáculo y pedir perdón a quienes incluso me han fallado. Desastroso . La verdad es que fue un plato bien presentado y condimentado, con sus toques de pullitas a por menor. Me lo sirvieron en bandeja, no de plata, sino de madera podrida. Los gusanos se ahogaban en la salsa de aránd

16/06/14/22:17

El tiempo no acaba.  Encerrados en un polígono regular nos vemos las caras mientras que damos vueltas alrededor del sol. El pánico no se disimula cuando las piernas fallan y caes de boca en la cama, pero la luz sigue allí. Estamos desesperados, hambrientos y cansados, parece que no dan las horas para ir al baño, descansar y disfrutar. Un fallo, caes y lo arrastras contigo. Pues no . Un fallo, caes y lo tiras a la papelera después de haberlo tachado de la lista de la compra. El pecado no existe si no crees en él. Por definición a mi me deberían echar a la hoguera. No preguntes el por qué. ¿Somos libres como una montaña sin piernas?¿ o estamos atados como los pájaros descansando en un árbol? Estamos sucios, agotados y castigados, como si hubiéramos hecho el mal a sabiendas ,todos en conjunto. (Triste hecho real).¿Pero por qué? Ese polígono regular sin fisuras, mirándonos las caras como pasmarotes mientras que el tiempo sigue transcurriendo.  Ese tiempo no se acaba per

21:32 Driving circles in my mind.

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Cerré los ojos demasiado tarde, ¿o fue demasiado temprano? Cuando el tiempo muere, las paredes se derriten como los huesos expuestos al sol. ¿O es sólo que me estoy enamorando? Abrí las palmas de las manos, el aire traspasaba los huecos de entre los dedos abiertos. Cuando se siente bien, los problemas se van como agua huyendo del desierto.

El buen sabor de boca.

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El humo decoraba las paredes apagadas. Escupiendo risas, los dientes cortaban el aire a carcajadas de forma limpia y rápida.  Los pósters se consumían formando una nube de colores. Girando sobre mí misma en la silla de ruedas no sentía la pesadez de las voces atolondradas; de la sofocación del atormentador calor y ese ruido de la batidora rompiendo piedras, eso saltaba chispas.  Seguí dando vueltas hasta sentir el desayuno subiendo por la faringe, la sensación era peor que la resaca y mejor que estar estudiando la forma de comprender el nosequé.  Los colores eran tan vivos y el ambiente era tan comprimido que me quedé dormida en el suelo, desde esa postura podía ver la batidora estrellada, ahogándose en la marea rocosa.

¿Qué hay más que contar?

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Hoy deseaba hundirme en la marea de relámpagos que regurgitaban en la tarde dulce de nubes grises y hambrientos, el cielo, su plato favorito, no dejaron ni una franja de indicio de si hay en el más allá el paraíso incierto. Los pájaros formaban círculos alrededor del rascacielos que rompía las leyes de la gravedad.  No dejo de pensar si está bien que me deje llevar, la voz flexible y delicada masajea mi sintaxis. El  sueño se hacía más apreciable, la cortina ultravioleta se había retirado de la ventana decorada con hierbajos arrancados del jardín de al lado. Estaba tan feliz de que hayas venido a verme, no tengo puerta, pero no te preocupes que ya me lanzo yo por la ventana, voy a coger carrerilla para volar un rato por esos sueños mundanos. Aún no me tires a la piscina que no es temporada.     ¿Escuchas el sonido de los tambores? Parece como si tiraran libros de texto desde un quinto piso. Espera, ¡esos son los míos!  ¿Pero que les pasan a las nubes? Me están escupiendo en la ca

Aún no.

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Aún tengo tiempo para dedicarte una carta más. Tumbada en el suelo siento como los huesos se me están clavando, pero el dolor merece la pena, contemplar el espacio desde la ciudad de las hormigas me hace sentir pequeña, las pisadas parecen mortales.  Al sentir la nada dentro de mí era tan satisfactorio, me había quedado atrapada en el tiempo, los coches pitaban, los niños gritaban pero no escuchaba nada. Había llegado al nirvana.  Esa molestia en mi espalda se había esfumado como una curación milagrosa, y los suspiros se hacían cada vez más débiles. Perderme de nuevo en el hueco de los latidos espesos que me acariciaban . Desperté del trance cuando el sol saludaba con su calor de verano, sin embargo ¿por qué no disfrutar de esta soledad un poco más? -Abre los ojos. ¿Para qué? No me apetece encontrarme con la realidad, la inquietud llama a la puerta desde primera hora. Al darme cuenta de que cuanto más aprendo del mundo, más miedo me produce. El ser humano, con su subjetividad ca

¿Tendré alucinaciones? Moscas, no me acoséis.

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Sabes que me siento perdida entre el laberinto de vuestras palabras secas y podridas como la pera amarillenta con picotazos marrones. Cambiemos de fruta. ¿Qué hay de diferencia entre una manzana y una pera? Ese melón estallando en tu cara igualmente  te producirá un dolor de cabeza. No separemos los grupos de una cosa, me dejáis sola.  Subo el volumen pero sigo sin entender el mensaje que queréis transmitir. ¿Pájaros, vosotros me comprendéis?  Ojalá pudiera reunirme con ellos, no me quiero contagiar de vuestro egoísmo y de vuestra hipocresía, ¿yo también soy una egoísta por abandonaros? No tenía otra opción. Mi cabeza da vueltas, no resisto más golpes de campana tocando las horas puntas, resuenan tan fuerte como una bocina soplando en mis oídos. Estoy tan enferma que incluso creo que veo las acciones malas en buenas, mierda, si ayer lo veía claro: no pegar, no matar, no robar, no opinar, no mirar raro a nadie, no respirar (la última no fui capaz  de hacerlo, pero es que ya no