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Mostrando entradas de abril, 2017

Condicional simple.

Desearía saber si alguna vez las palabras se te habían caído, como a mí, en momentos de pérdida del conocimiento al no resistir un corazón roto latiendo en mitades distintas en un puño. Quería presentarte a mis pulmones sanos, aspirando la felicidad en días de rayos y relámpagos; la electricidad me ponía los pelos de punta al mirarte debajo de un paraguas esperando por mí en la calle, llena de clínex flotando en pequeños lagos. No veas lo que hacen los kilómetros para separarnos. El sol vuelve a surcar el cielo; días de olas altas, días de olvido. Ojalá pudiera expresarte esto en versos livianos, sin que se me atragantaran a la segunda sílaba. Compón la melodía y recógeme mañana que anuncian tormenta.

Suspiros amargos.

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Desde que las flores cayeron al río perdí el rastro del buen porvenir. Los dedos comenzaban a despegarse de la palma de la mano, los huesos se desperezaban crujiendo en cada movimiento defectuoso. Un sueño largo. Los dientes tenían un regusto a tierra. Mi primera reacción ante la consciencia fue el atragantamiento por la acumulación de polvo encima de mi lengua. Dolía. Dolía mucho el pecho. Mi cuerpo se convulsionaba, entraba en calor. La oscuridad impedía que alcanzase aquella luz. Desde que el primer viento de otoño fue recibido por mis mejillas irritadas de rabia, perdí esa esperanza de olvidar. Eso no se olvida. Un pitido constante se había asentado en mis oídos y en mi memoria. Mi pecho dolía. Y aún seguía respirando. A corazón abierto y ni siquiera el suyo pudo.. Pudo superar este cuerpo hecho  pedazos.