Entradas

Mostrando entradas de octubre, 2018

Bésame los párpados.

Imagen
Suspiro pensamientos y expulso pesares. Mis pulmones, cargados de frustración atormentada, a medida que respiraba empujaban y desplazaban las costillas, aguijoneando la fina piel desde dentro, sobresaliendo al fin, floreciendo rosas rojas en sus bases; en ellas se posaban pájaros que picoteaban la carne del hueso. Las abejas, atraídas por el aroma de las rosas, bebían hasta llenarse los estómagos, cayendo así al suelo por sobredosis.  Hormigas hambrientas buscaban cobijo en mi tripa; enganchaban sus pequeños dientes contra los gusanos que nacían cada vez que yo perdía un grado de calor. Algunos valientes caídos en la batalla se ahogaban en un mar de bilis y otros alcanzaban la columna vertebral, huyendo, hasta alcanzar mi nuca. A cada mordisco florecía una rosa y a cada segundo moría otra. Pero en mi subconsciente quedaba grabado el deslizamiento de los gusanos dentro de mis oídos, masticando mis pensamientos.

Me faltan días.

Son cosas sin importancia que no se cuentan pero que están ahí: Despierto pensando que el frío de la mañana se ha retrasado otro día más. Despierto con el sueño pegado en los párpados y el cansancio en los huesos. Despierto en las altas horas de la madrugada sudando estrés por la pesadilla que recorre la habitación de mi mente deprisa y aterradora. Despierto con la sensación de un beso invisible en los labios. Despierto a veces con el hambre rascando las paredes de mi estómago. Despierto con los dedos fríos fuera de la cama. Despierto con las ganas de empezar un nuevo día. Despierto a veces con la sensación de desorientación espacio-temporal. Despierto con el tiempo despidiéndose de mí.