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Mostrando entradas de 2020

Feliz día

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Hoy no quiero recordar imágenes pasadas. No quiero recordar nombres. Solo vivir. Las flores marchitas por el frío del invierno son sustituidas por la escarcha.  La bella escarcha se deshace con tan solo tocarla. Mis manos están hormigueando, quieren calor. Pero no es el momento, la momentánea vida de la escarcha está entre mis manos y la estoy disfrutando. Así se siente el día de mi cumpleaños. 

Mariposas

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Las mariposas huyen del frío, se resguardan en las heridas abiertas, la sangre caliente las atrae como una una bombilla emitiendo luz.  Con sus pequeñas patas hacen cosquillas y se hace imposible no rascarse para hacer desaparecer esa tortura. Pero se aguantan las ganas, solamente para apreciar los colores vibrantes de sus pequeñas alas, que poco a poco se van tiñendo de rojo, alimentadas de nuestro ser. Y cuando el aire y el frío reseca la sangre se van corriendo.  Ya no queda nada que las retengan. 

Atraer

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El tiempo está haciendo de las suyas. Impredecible, remueve la marea. El viento motiva a las olas a crecer y a comer arena, se lleva consigo conchas escondidas, chanclas desparejadas, cigarros sin cuerpos y hasta nuestra propia identidad. Mientras que ayer mismo hacía sol, se bronceaban las caras y se sentía una libertad desbordante, lo que no sabíamos era que se iba a terminar tan pronto.  Nuestro Yo se fue mar adentro y el vacío es el nuevo presente.  Como un anhelo a ser recordados, nos juntamos unos con otros para mantener la llama viva de nuestro ser.  Porque el tiempo ha hecho mucho más que remover la marea, ha removido nuestra conciencia. O no.

Repeler

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¿Cómo será vivir en Júpiter? Mi cuerpo no resistiría las exigencias y prerrequisitos para ser aceptada en planeta tan inmenso.  Desde la Tierra me parece Júpiter una leyenda creada para tener esperanzas.  Esperanzas de que exista algo mejor que nosotros y deconstruya la maldición que hemos perpetuado. Tal vez sea eso el porqué no podamos sobrevivir por nuestra cuenta en otros planetas, porque los planetas nos repelen.

Efecto de choque

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En un mar de dudas, me sitúo en la tranquilidad de saber que la verdad llega tarde o temprano. Mientras que la marea esté en calma no voy a pensar, sino que me dejaré llevar en el limbo de la ignorancia. Aquí, debajo del agua no se escucha ni se ve nada, mi cuerpo flota y fluye, se dirige hacia corrientes que pueden llevarme hacia una cueva desconocida o hacia una cascada inesperada o, tal vez, hacia buen puerto. Pero si no me dejo llevar, nunca lo sabré.  Así me siento.  No me apetece soñarlo, quiero vivirlo.   Este texto es curioso tras haber escrito    El impostor . Mientras que en este se aprecia esa ingenuidad, esas ganas de disfrutar de lo venidero, El impostor muestra un poco las consecuencias. A pesar de que en el momento que escribí El impostor hice alusión a una perspectiva negativa sobre mi realidad, el tiempo pasa y me doy cuenta de que las circunstancias cambian sorprendentemente rápido, porque pienso: ¿por qué me voy a comer la cabeza por una persona o personas que no me

El impostor

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Qué decepción. Aunque me lo esperaba, una parte de mi seguía creyendo en su inocencia. ¿Por qué? Porque siempre hay que brindar la oportunidad de que las cosas cambien, pero cuando saben que yo confío, un velo imaginario se interpone, mostrando una realidad distorsionada. Entonces deja de merecer la pena.  Las personas que no quieren cambiar jurarán que no volverá a pasar, pero las personas que ya han cambiado lo demostrarán.  La vida se ha convertido en una competición por quién crea el cuento más verídico cuando, en realidad, las palabras ya han dejado de ser creíbles. 

Nudos

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Una montaña rusa de emociones azota a mi corazón. A pesar de la velocidad de los acontecimientos, todas las cuerdas se van atando unas con otras, enganchándose sus extremos en dos árboles: el más alto es el de la duda y el otro, pisándole los pies, el de la certeza. Los nudos se refuerzan al quedar tirantes las cuerdas por su propio peso. Perfectas para tirarse en tirolina. La bajada a gran altura genera una adrenalina que mi corazón tiene que soportar. Porque no hay más riesgo que lanzarse por una cuerda con las manos desnudas.  ¿Vale la pena despellejarse las manos para saber que, al final, no hay una colchoneta que pueda detener el impacto?- Me pregunta el mal presentimiento. 

Fucsia pastel

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  Los árboles arden, el fuego se contagia de una copa a otra, deslizándose por los troncos como una serpiente, silenciosa y letal, hasta el suelo, sembrando el pánico de una familia que no puede gritar porque están atrapados por sus raíces.   La lluvia llega en forma de aguacero, espantando las últimas llamas, la sombra del horror vestido ahora de ceniza reside en el ambiente. Las palabras lastimeras del perdón ya no son suficientes entre traidores.  ¿Quién reemplazará un bosque entero?   Ahora sólo se puede replantar réplicas cada vez más descoloridas, incapaces de revivir la confianza.  Esto es lo que se siembra. Tenía una idea en mente porque me apetecía escribir, y justo encontré este gif de Majid Jordan. Me inspira bastante por lo simple que es, pero sobre todo por la mirada, es como si estuviese observando  cómo parte de su ser se desprende en esa especie de llama o humo. Solo quería compartirlo. 

Reflejos III

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Cuando las nubes tapan el sol agradecemos esos segundos de sombra en pleno verano, si fuese en invierno ya sería otra cosa. Cuando los cuchillos vuelan, dependiendo de quién los lance y a quién se los clave la cosa cambia.  Si estuviésemos en la cúspide de una pirámide de cristal, podríamos apreciar las diferentes perspectivas de una misma historia, saber sus luces y sombras, siendo los testigos perfectos y ocultos. Sin embargo, no siempre podemos ser los perfectos testigos, ni siquiera en nuestra propia historia.  Escogemos caminos por intuición hasta que encontramos el vértice que da luz o sombra, y la confianza juega su papel de duelista, luchando contra la verdad y su versión distorsionada. 

Reflejos II

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Cruzando a través del umbral de una puerta, esta me transporta directamente hacia el futuro. Los edificios acristalados de las grandes ciudades, se habían extendido hasta conquistar los pueblos más recónditos de España y, tal vez, hasta conquistar el resto del mundo. Vivíamos entre reflejos, observados por quienes caminan y hacen su vida en las abarrotadas calles, y los que están dentro de esos mismos edificios sin atreverse a exponer sus vidas. Pero no se puede vivir eternamente encerrados en una cúpula de cristal rectangular. Entonces nos fijábamos en las apariencias más que nunca. Lo que veíamos lo copiábamos por simple moda y dejábamos que nuestro ser desapareciese un poco más deprisa.  Los rayos del sol chocan contra los espejos y se multiplican instantáneamente por un millón, rebotando de un sitio a otro sin control.  ¿Será así el futuro realmente?  El futuro es hoy.

Reflejos

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Me miro al espejo, pero mi vista se concentra en los azulejos del fondo, verdes claro, el mismo color de la hierba a punto de secarse, estado previo al amarillo paja.  Dentro de un probador de cualquier tienda de ropa, dos espejos enfrentándose. Me miro. Mi cuerpo se multiplica en mil, recortándose al final, donde el efecto óptico no alcanza, pero no me miro a mi, sino a los miles de cuerpos que pretenden salir del efecto multiplicador y ser libres. Saco un espejo de bolsillo del bolso y me miro, me concentro en peinarme porque mi pelo es rebelde y no se deja dominar por la gomina.  Cualquier reflejo de mi misma hace que me fije en los pequeños detalles pero nunca me miro a los ojos, las pequeñas o grandes imperfecciones hace que arrastre mis ojos hacia ellas y no me fije en el todo.  Al final las inseguridades ganan peso.  

Desconocida

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Las venas como rayos se extendían a lo largo de mi pecho, el tono azulado contrastaba con mi piel, ya pálida por haber dormido durante 3 meses. Me miro y recorro con el dedo todos los caminos posibles, los cuento como si fuesen lunares.  Pierdo el tiempo pensando que no me conozco lo suficiente como para saber cuántos caminos he recorrido, dándome cuenta que, en realidad, no los contaba, ni tampoco me acordaba de cómo llegué a ellos y si fuese capaz de volver. Mi instinto es dueño de mis pies, pero ¿tiene razón? No soy consciente de la repercusión que pueden tener mis decisiones hacia los demás, pero si me preocupo demasiado por los demás, ¿cuándo me preocuparé de mi misma? Miles de caminos recorridos hasta el momento, ¿cuántos me habré perdido?

Un verano más

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Si el destino es así de puñetero nos volveremos a encontrar. Deseemos con fuerza vernos para que no suceda y contrarrestar esta atracción fatal. Porque lo que mejor se me da hacer es gafar mi propia suerte, y lo que mejor que se te da hacer es darle apoyo a mi mala suerte . - 19 de julio de 2020 .

Historias que merecen la pena

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A veces no se recuerda el comienzo de una buena historia, pero tampoco apetece que se termine. La sensación aterciopelada de la felicidad es tan adictiva que me aferro a imágenes, olores, sonidos y texturas que, a veces, comparto con alguien. Es por eso que cuando se dice que esa persona ha dejado huella, yo diría, más bien, que ha dejado un arañazo en proceso de cicatrización. El tiempo y el corazón dirá si esa herida cicatrizada permanecerá, se difuminará o se reabrirá por otro arañazo.

Los sueños, sueños son

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Me sumerjo de nuevo en mis sueños, una marabunta de sensaciones se adueñan del control de mi cuerpo, me llevan hacia caminos que no desearía recorrer y que al final soy arrastrada a ir. Me dejo llevar con el corazón sobrecogido porque ya no soy capaz de controlar el destino. ¿Y cuándo lo fui? El mismo atropello de malas decisiones, el mismo resultado. ¿Es esto una señal de arrepentimiento? Sí. Mi mente ya no deja deshacer el camino recorrido, pero cuando abro los ojos, me empuja a uno nuevo en el que ahora sea capaz de encontrar la felicidad.

Un día cualquiera de primavera.

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(Continuación de Tijeras de doble filo). El jardín recuperó su brillo tras un invierno de tormentas y heladas que no mostró piedad. Las flores habían vuelto a florecer fuertes y preciosas. Las rosas habían crecido enrabietadas, más espinosas, como si no pudiesen perdonar al temporal por tanto daño que las hizo. Es por eso que él tuvo que morderse la lengua al cortarlas, las garras le llegaban hasta el codo. No las culpaba, él hubiese hecho lo mismo. Sin embargo, una brisa traía consigo un canto que removía sus recuerdos como un remolino. Sonríe. El dolor era algo secundario, porque su principal objetivo era convertir las rosas enrabietadas en simples rosas sin rencor.  Cuánto más escuchaba la melodía, más impaciente y acometedor de errores era. Pero no podía resistir las ganas de correr a su lado.  Preparó algunas rosas cuando terminó de cortarlas.  La brisa se detuvo hace un rato. El estaba contento, la adrenalina hacía que las heridas dejaran de doler. Y cuando llegó a la cocina se p

Tijeras de doble filo

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Los pétalos caían de la mesa como plumas girando sobre sí mismas, descansando en el suelo, amontonándose unas con otras. Desde la perspectiva de la bombilla del techo, era una preciosa alfombra que poco a poco se extendía al frigorífico, al armario de las cacerolas y a los propios pies del portador de las tijeras, que estaba detrás de un cuerpo acostado sobre sus brazos como si estuviese durmiendo plácidamente. El portador le observa en silencio, mientras que una pequeña hoja de un tallo cortado se resbala de las tijeras y cae sobre el pelo.  Paralizado, no sabe qué hacer. Suelta las tijeras y le toca el hombro, sacudiéndolo. No responde. Continuará.

El sabio que observa

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Debilidades Subiendo las escaleras se detiene y aguarda, una suave brisa pasa por debajo de la puerta que se sitúa cinco escalones más arriba. Un pequeño escalofrío recorre su espalda. Se siente contrariado porque su cuerpo se ha paralizado, el vértigo cada vez más fuerte y agobiante, se expande, como las patas de una araña, detrás de su cabeza.  Aunque no se ha movido un pelo, el miedo a caer empuja a su corazón a latir un poco más deprisa. Y como de una parálisis del sueño se tratase, intenta huir cuando siente algo escalar poco a poco por su cuerpo.  Pero él solo piensa en escapar. 100 escalones que ha dejado atrás y todavía no se había dado cuenta de que estaba subiendo siempre el mismo escalón en realidad.  Cuanto más deseaba irse, la puerta se alejaba más y más. Y cuando ya estaba a punto de tocarla, no era capaz. Estaba atrapado entre el miedo del pasado y la incertidumbre del futuro. El sabio aguarda y observa que cuanto más mira la bruma que lo está engullendo, más claro ve la

Fantasma.

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Admito que has sido lo bastante valiente como para enfrentarte a mi.  Nunca había sentido tanto dolor. Las palabras proyectadas como flechas, atraviesan la diana de mi corazón.  Y como si eso no fuese suficiente, te acercas como un fantasma del pasado, clavándome el puñal del adiós entre la segunda y tercera costilla mientras me miras directamente a los ojos. Retuerces la hoja cuando el resentimiento se apodera de mi mostrándote la otra cara de la moneda.  El aire capaz de salir de mis pulmones forman carcajadas.  Siempre cuidándome las espaldas porque pensaba que vendrías por detrás para poder rematar la faena.  Esta vez me sorprendiste. Por una vez. Nunca había sentido tanto dolor real en un sueño.

Una esperanza y un final

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     - Mírame y dime que todavía no te has rendido.-Le había dicho un hijo a su madre mientras la cogía entre sus brazos.   Los huesos ya se marcaban, descubriendo una calavera en una bandera que no ondeaba sino que poco a poco descendía por la asta.  El pelo largo extendido ahora sobre las piernas de su hijo, había perdido aquel color tan sofisticado que antes transmitía fuerza y tesón, ahora es como el papel quemado quebradizo convertido en ceniza. El hijo, con las lágrimas en los ojos y las tripas rugiendo, se mordió la lengua hasta que la sangre densa pintó sus labios. La masticó hasta que se deshizo como un pan mojado para que a la hora de tragar su madre no tuviera que hacer tanto esfuerzo. Serían unos minutos más de aguante, unos minutos más de esperanza, hasta que alguien los salvase, luchando contra el tiempo.  En todo aquel caos, lo peor era la ausencia de ruido, las tripas habían dejado de resonar entre las cuatro paredes vacías, y los pensamientos ya no cooperaban en trazar

Un día nublado de abril

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Soy consciente de que yo no puedo obligar a las nubes que se muevan, que cambien de dirección o que simplemente desaparezcan.  Tengo que vivir con ello. ¿O me tengo que ir yo? Imposible. Es imposible no encontrarse con el cielo despejado durante tanto tiempo. Siempre me encontraré en alguna sombra.  Aunque irrite.  Pero siempre habrá una manera de morder y no ser mordido de vuelta.

Qué irónico

Muero por el hambre  cuando la comida no crece, se deshidrata, se pudre. Te ahorras llorar porque mueres por la falta de agua. Cuando los brazos ya no consuelan, mueres por la tristeza. Cuando el tiempo pasa  y el sol no se oculta, se aproxima, te sonríe. Te escupe  el calor  como el veneno  de una serpiente escupidora. Los árboles tocan suelo agrietado como los pies. Y mueres. Porque ya no cantan por ti. Y porque ya no cantan por mi.  Releyendo mis cuadernos encontré este intento de poema que escribí en 2018. En aquel momento me inspiró la subida de temperatura por el calentamiento global que aún nos persigue. Ahora tenemos otra preocupación que asusta pero no nos detiene, porque ante una amenaza nuestros pies continúan moviéndose, buscando la supervivencia. Y qué irónico decir esto cuando mi texto es poco esperanzador, pero eso sólo es un motivo más para callar esa voz derrotista y demostrar totalmente lo contrario, ¿no?

Escucha sus tripas, se oyen gritos.

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Corre. Tanto como puedas. La mañana está cerca. El Futuro engulle rápido, tanto que se arrancó los dientes para no dejarse nada por el camino.  Se dice que se alió con la Muerte para dar caza a los insolentes que se atreven a desafiar con el pecho descubierto al tiempo. Aquellos que dicen que el miedo es para los débiles son los mismos que se despiertan con el sudor en la frente al sentir la garra fría pero firme aprisionando su cara.  Cuando se dan cuenta, la cuenta atrás había alcanzado su final y son arrastrados hacia debajo de sus camas, y en la oscuridad se escucha cómo una garganta traga poco a poco un cuerpo espantado que lo único que puede hacer es gritar. Y la Muerte ríe. Y la Muerte goza. Pero la Muerte está insatisfecha, no son suficientes los insolentes,  ahora les toca a los esclavos que viven debajo de una constante guillotina. Esa aburrida existencia es el motivo por el cual la Muerte, hastiada, permite que los pobres humanos se multipliquen para

Dientes afilados

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La poca claridad del fuego hace imposible que pueda protegerme de las bestias. Aquí, en el bosque, las ramas parecen garras que se alargan en el suelo cuando las dejo de iluminar y cada paso que doy el sonido de huesos rompiéndose no paran hasta que yo me detengo. Tal vez me estoy emparanoiando otra vez. Seguramente estemos yo y mi conciencia respirando en toda esta oscuridad. Y no sé qué es peor.   Tengo la horrible sensación de que Dios no es el único que esté viendo cómo ando en círculos. La saliva gotea, humedeciendo la tierra yerma. En este bosque de árboles desnudos y hierba humeante sólo quedan las ganas de morder, de oler a sangre corriendo entre los dientes. Tengo la mala suerte de que solo quedemos yo y mi conciencia porque uno de los dos saldrá perdiendo.

Moscas en el estómago

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Hoy el pasado vuelve cuando las defensas están bajas. Cada suspiro es otro motivo para que mi cuerpo se debilite y no para ordenar los pensamientos. Esta vez los anticuerpos no van a ser los escudos que sirvan para frenar la rabia reprimida, ella quiere avanzar hasta arrinconar al corazón entre las cuerdas de las costillas, haciéndole sangrar más de lo debido.  Mientras tanto, el cerebro lucha contra el impulso de las emociones que tratan de acaparar el control de mi cuerpo.  Sé que esta debilidad la he guardado dentro de un sobre demasiado endeble que pretendía quemar, pero eso solo es más que una excusa por no haberme enfrentado al problema en su día.  Entiendo que lo próximo que haga no tenga perdón.

Costuras

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Esto no se trata de un monólogo interior que a nadie le importa, porque ni siquiera hay tiempo como para pensar si es necesario dormir con calcetines agujereados o parejos, o simplemente se trate de la incapacidad de sentir la suavidad de las sábanas cuando están descalzos o incluso estirar y encoger los dedos, enterrándolos en la arena fresca cuando el sol ya se está despidiendo.  No hay tiempo para empatizar . Esta camisa de fuerza que amordaza a mi lengua, se hace bola cuando intento tragar el polvo acumulado por la tormenta de arena, que azota mi espalda cada vez que escupo el mal vivir de mis pensamientos. Esos desgraciados pensamientos son como las flores: atractivas para un romance desde lejos y de cerca infestadas de pequeños insectos que se alimentan de mi buen humor aterciopelado. Pensamientos que no importan a nadie. Y en el fondo no he dicho gran cosa. Argumentos que se mastican como un chicle, argumentos que se hinchan como un globo, argumentos

Falda-pantalón

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De vez en cuando se acuerda de que existen las faldas-pantalón y se alegra, porque cada vez que sube más alto por el tronco de un árbol, las bragas no saludan a cotillas que buscan lo que quieren encontrar. Aunque cuando ya estaba en el punto máximo, deja de darle importancia de si esa falda era un pantalón o si miran porque en realidad era una verdadera falda, porque lo que ella ve y siente es felicidad. Y que más que máximos absolutos, vive máximos relativos en busca de una ambición al que satisfacer siempre con o sin ropa.

¿Eres capaz de seguirme?

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Dentro de mi cabeza te cuento todas mis historias cuando no estás pero que desearía que estuvieses.  El surrealismo con el que pinto los cuadros de mis recuerdos te sorprendería hasta el punto de casi creértelo. Atraigo de ti la desorientación que se establece en el mapa de la vida, perdiéndome, perdiéndote conmigo. ¿Qué sería de la vida sin la chispa del riesgo? Duerme conmigo en las vías del tren abandonadas mientras que los aviones se confunden con pájaros. Y no fue por culpa del LSD que nos invitaron a tomar ese día en las callejuelas de los suburbios de nuestras mentes enfermas, que tienen ganas de amar al mundo (la cordura está muy sobrevalorada), sino que el deseo del cambio estaba presente en nuestras lentillas pegadas en los párpados.  Porque queremos despertar sin esfuerzo.  Porque queremos disfrutar de un futuro posible.  Quiero eso contigo.