Tijeras de doble filo

Los pétalos caían de la mesa como plumas girando sobre sí mismas, descansando en el suelo, amontonándose unas con otras. Desde la perspectiva de la bombilla del techo, era una preciosa alfombra que poco a poco se extendía al frigorífico, al armario de las cacerolas y a los propios pies del portador de las tijeras, que estaba detrás de un cuerpo acostado sobre sus brazos como si estuviese durmiendo plácidamente. El portador le observa en silencio, mientras que una pequeña hoja de un tallo cortado se resbala de las tijeras y cae sobre el pelo. 
Paralizado, no sabe qué hacer. Suelta las tijeras y le toca el hombro, sacudiéndolo.

No responde.

Continuará.

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