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Mostrando entradas de agosto, 2015

Oscuridad dentro de oscuridad

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Sanar su cuerpo inmóvil ya se hizo imposible para los guantes de plástico, intactos y tirados a la basura. No pudieron salvarla. Su sangre dejaba de correr, estaba cansada, incluso se sentía fatigada de recorrer el mismo camino, hasta que encontró la luz dentro de la oscuridad. El peso muerto del cuerpo cayéndose obligó que esa esa cinta roja deshiciese el nudo de su pecho, saliendo por su boca como un leve suspiro. El cabello dulce a chocolate descansaba plácidamente en su frente pálida y lisa, convirtiéndose así desde su raíz en ceniza; ceniza que se desplazaba en el aire por el soplido del viento o como la exhalación del humo podrido entre dientes carcomidos de bocas sedientas de vicios, pero están satisfechos de morir cada día un poco más, mientras que esa pobre niña deseaba vivir cada minuto un poco más. Pero no pudieron salvarla. Solo dejaron que sus pulmones se consumieran y ella se dio cuenta de ello. No pudo salvarse. Y vio la oscuridad dentro de la áspera nieb

Pensamientos abiertos.

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No puedo evitar cuestionarme mi existencia humana y recaigo en pesadillas del pasado, preguntándome así el fallo de mi tragedia o mejor dicho, fracaso . Cada noche recuesto mi cabeza sobre la almohada, testigo de mis lágrimas y secretos jamás escuchados por almas aún en cuerpos de corazones latentes.  Nunca seré capaz de explicarte mi cara melancólica porque un sueño fugaz cubrió mis ojos nublados. Sueños rotos . Pero hay días que también me pregunto el por qué pienso demasiado en atrocidades y deseo que todo eso desaparezca, y a veces faltan razones para reprimir suspiros llenos de decepciones. ¿Por qué somos así? Hacemos las cosas que hacemos para sobrevivir. ¿Pensar en el otro? Te salvarías tu mismo antes que tu mejor amigo a punto de morir. Somos egoístas. ¿Reír o llorar? Preferiblemente queremos reír, pero para eso hay que llorar. Solo es mi opinión. Este es uno de mis canciones favoritas de un grupo japonés, aunque no se entienda la letra, para mí es e

Oscuridad.

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Aquí vuelve de nuevo, desde las entrañas de la tierra carbonizada y resto de esqueletos convertidos en ceniza, aquí vuelve la oscuridad de una mente perturbada. Una flecha se hace paso entre llamas de inmunidad y el descaro de un ave rozando sus plumas perfiladas el largo de la madera, atravesando así mi garganta. Involuntariamente mis manos intentaron que cesara el río de sangre. Noté el beso de la muerte en mis labios amoratados, mi cuerpo se sentía tan pesado y frío... Moscas carroñeras masticaban tiras de piel reseca, lamían el símbolo que ni siquiera me ofreció protección. Derroché mis últimas palabras,¿palabras? Qué irónico. Ese flechazo desgarró las ganas de explicar inultimente la vuelta a este pozo sin fondo, como el foso que decoraba mi corazón inexistente. Tú fuiste el que me arrancó el don de la palabra, o quizás fui yo la que me clavé el bolígrafo mientras te escribía mi carta de despedida.

La vida, ni dos días.

Salta, ríe y llora cuando tus rodillas ya no resistan más tu cuerpo extasiado, cuando tus pulmones ya no sientan el aire dentro de ellos, y cuando el corazón está apunto de fulminar. Ese estado tan excitante y provocativo, como tirarse al vacío con paracaídas, hace que te sucumbas en los recuerdos borrosos de tu infancia perdida de tu mente ya hecha trozos, aún así, tu cuerpo menudo es más joven que la cabeza que sostienes sobre tus hombros. Al darte cuenta de ello ya te arrojas; como un loco deambulando torpemente y balbuceando palabras que ni siquiera son de nuestra lengua; hacia la posible muerte segura. Pero una vez me enseñaste que si me preocupaba demasiado en lo que hay en el mundo, seguramente acabaría suicidándome. En ese momento no le creí y pensé que era un inmaduro como todos. Salta, ríe y llora mientras que la tierra pisada siga tocando tus pies o en algunos casos tu rodillas cuando flaquean. Observaste que una ola te engulliría, como un tiburón hacia su pres

Sueños y mentiras.

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Juglares y trovadores cantaban marchosos poemas y cuentos que hipnotizaban a niños con ansias de vivir esas hazañas y aventuras. Ellos, mientras causaban alborotos con los cánticos, se veían apresados entre la multitud, las damas se fijaban en la lejanía recreando su juventud pasada, los caballeros decían molestos que solo recitaban fantasmas. Aún así estaban encantados de escuchar la melodía más allá de las líneas que subrayaban las fronteras del atardecer y de la próxima encrucijada. Los juglares derramaban garabatos al final de cada frase y los trovadores exhalaban malos prejuicios camuflados en rimas impregnadas de advertencias misteriosas sobre la continuidad de la vida consecuente. Pero no hay duda de que en cada cuento mágico se esconde la verdad que los ignorantes son incapaces de despojarlo; incluso esos juglares y trovadores patrullaban las aldeas y palacios, se habían hecho pasar por tantos personajes "ficticios" hasta tragar su propia mentira.  Ahogados en s

La destrucción y lo que eso conlleva.

Esas finas líneas marcadas con un afilado rotulador rojo rendondeaban el fracaso exquisito de la existencia humana. Para sobrellevar este pesar, han ingeniado inventos para aún creerse que son las cabezas pensantes más inteligentes del planeta, sin embargo se acuestan con el aliento de un borracho. Con el ruido de las máquinas decorando la vida material, no son capaces de apreciar el llanto de los pobres infelices. Esos pobres infelices averiguaron el verdadero destino que prosperaba para la raza humana, y ante aquel deseo de venganza, ellos también crearon un arma tan destructiva como la bomba atómica y harían oídos sordos para amortiguar los gritos exigiendo piedad como en los campos de concentración. Y así es como el mundo estaba dentro de una guerra continua.  Acabará pronto la vida que tanto ansiaban los pobres infelices consumidos por el deseo sangriento de la muerte.

Entre querer y odiar.

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Entre conchas y estrellas de mar se ahogó una sirena perdida en la mirada de las almas llevadas por la curiosidad y el espanto. Sus ojos, tan vacíos y desolados, que un buceador declaró falsa la leyenda sobre las sirenas como grandes seres de la seducción y hermosura que tantos hombres perdían el control sobre sus carnes. Entre hoces y trigo recién segado, aquella niña expuesta al duro y cegador sol, se dejó caer por el trabajo por el trabajo atronador. Cada gota que caía era cada golpe que daba a la puerta de la salvación prematura. Era tan joven e inocente que no podía negar las ordenanzas del cabeza de familia, incluso él la esperaba cada noche sentado  en la montaña de paja. Entre rosas y hojas de papel, cada mañana se levantaba para dedicarle un poema y un beso seguido de su corazón latente. Él, admirado por sus detalles, no era capaz de sincerarse ni consigo mismo cuando ella le acallaba con besos dulces e ignorantes y él se los devolvía culpable. Y ella lo notó.