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Mostrando entradas de agosto, 2017

Inconexo

El tiempo intocable deshilachaba la tela que amamantaba a mi buena conciencia, sin embargo, tenía frío. Mis pies descalzos dormían a la intemperie en el espacio vacío entre la cama y el armario. Yo no me daba cuenta. No me importa. Seguía con los ojos cerrados, viviendo el cuento de mi vida improbable. Sentía el calor de mi corazón, a veces, latiendo más deprisa al llegar al clímax: la piel se erizaba, la satisfacción me inundaba, incluso las pestañas vibraban de emoción. Las costillas se encogían. El suelo transformado en un mar truncado de espinas de colores. Este corazón malherido se cansaba. Nadaba.  ¿Y por qué lloraba?  Frío.

Está de camino.

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Gargantas desgarradas, dientes arrancados, nudillos despellejados y corazón destripado. Pulmones que respiran y se ahogan. Sangre que cae. Estómago que se queja y escupe bilis. Piel hundida, rota y descuajaringada. Mirada fija, desenfocada, intentando alcanzar las estrellas. El cuerpo tiembla de rabia, de impotencia y de frío. La respiración densa se debilita, le sonríe el Adiós. Nadie lo busca. No cierra los ojos. Lágrimas queman. Las pequeñas luces se difuminan. Se apagan. .

24/07/17 Botella medio vacía o medio llena.

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Estrangulando las venas simplemente con la presión de los dedos: el atardecer deja un rastro de heridas amoratadas en la parte baja de la mandíbula.  La dentadura de los aviones viajando de noche, sonríe a los miles de puntitos clavados al suelo, aunque las fuertes sacudidas de las turbulencias provoca el temblor de las alas cayendo en picado. Sin embargo, en la corteza terrestre se está produciendo un levantamiento causado por un terremoto, la clavícula se tensa, las bolsas de aire están apunto de estallar.  Parece que el mundo se va a pique. Con una simple presión de dedos. Un latigazo eléctrico amenaza su supervivencia. -Perdóname. Un nuevo amanecer los deja boquiabiertos, el viento se arremolina. Respira. Vive.

De lo que se ve a lo que realmente es.

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03:01 Uñas separadas de la carne, picos clavados en espaldas pálidas, sin sangre; líneas rojizas trazadas a fuerza, sin sentido. 03:03 Carne viva, grita por el simple roce del soplido de mi respiración. Éste es el nuevo comienzo. La huella apagada en voces sibilantes aún cantaba los versos en cada surco de emociones contradictorias.  Sin embargo, el fuego no pudo reducir a cenizas lo que el pasado fue. 03:10 Aún sueño con la textura tierna y lisa de su piel bajo la mía. Mis manos viajaban por sus hombros, su nuca, su mandíbula (siempre tensa); respiraba su aroma a nada, o tal vez al champú barato del super. Sin embargo, no recordaba su rostro, su voz era como el eco distorsionado rebotando en mi cabeza. 03:18 ¿Había algo más importante que el latir de un corazón? Yo lo sentía con la palma de mi mano encima de su espalda en pieles diferentes.