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Mostrando entradas de enero, 2016

La incertidumbre de mi destino.

Cuando las sombras de la incertidumbre irrumpían en mi destino, la inferioridad de mis pensamientos se deterioraban, se humedecían; las plagas convertidas es astillas decoraban la alfombra roja. La melodía carraspeante del río que desembocaba de entre los dedos de los pies y el sabroso chapoteo de la manos en la orilla, hacían que arrastrara conmigo los gérmenes dentro de las infecciones de las heridas abiertas intentando formar costra. Un rápido disparo arrancó de cuajo las raíces de un árbol. El cauce del río se desbordaba, la corteza se pudría y destilaba su rugosa superficie, llevándoselo la corriente al desagüe. Su juventud se había materializado, era tan bello y puro como las amapolas vistas en el amanecer, como las voces vírgenes riéndose delicadamente en los oídos sordos. Ese agua envenenada había devuelto la verdadera cara del infame, las últimas lágrimas decoraban sus mejillas blanquecinas. El destino había roto de nuevo los calcetines a medio coser, una parte de mi fue

01/22/16 El hombre desnudo que hizo historia.

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Los días se terminaban en miseria, las almohadas derrochaban lágrimas secretas, y no existía nada más que una cortina tapando la ventana mientras se desnudaba, sentía el calor del hogar; el humo negro intensificaba esa satisfacción en los pulmones partidos. Los dedos se alargaban como agujas de tejer y una risa hueca resonaba haciendo desaparer los problemas. Pies fundiéndose en el suelo, todo daba vueltas que incluso las paredes ya no eran rectangulares y hasta el vecino se estaba mareando. La excitación pesaba más que el pudor, ni siquiera el viento refrescaba sus hormonas concentradas; los edificios se convertían en cigarros, consumiéndose, formando aros de humo en el aire. Su piel estaba erizada, todo flotaba en aquella pantalla paralela al mundo y en ese  mundo parecía que no existía bajo los pies despellejados, como si los ojos desconocidos no llegaran a  atravesar su belleza desigual. No importaba. A pesar de la opresión de su inconsciencia, deseosa de salir a flote de

Una cosa tan insignificante como esa.

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Un día tan gris como este hace que la vida simule una agonía, una triste agonía; todo da vueltas sobre un mismo corazón. Antes me preocupaba lo que la gente pensara de mi, y a día de hoy puede que algunas respuestas me escuezan, pero ¿por qué eso debería afectarme? Yo hago lo mismo, analizo la apariencia  de los demás y casi acertaba, pero aún no atravieso esa barrera trascendente. Un día tan gris como este hace que las cosas insignificantes adquieran más tonalidad como un coche rojo, como los carteles de los bares y la mezcla de las voces hacen que haya más interés por este cuerpo sin corazón. Supongo que las pequeñas cosas no son tan poca cosa como las opiniones de la gentecilla y uno a veces no puede hacerse el sordo. Lo siento. Lo siento por preocuparme por mí misma, soy tan egoísta... Todos diréis lo mismo y seguro que yo también,que es el enfado del momento, que todo te irrita y tus oídos te pitan. Que en realidad no puedes confiar en nadie y luego crees que tu mismo te es

Verdades y mentiras.

Parece ser que te reprocho mis inseguridades, mis errores y mis sentimientos... El odio crece en mí, pero la razón siempre es la misma, quizás no sepa como convivir con la multitud ahogándome, ya no me siento yo misma y esto pierde carisma. Siento vuestras decepciones reflejadas en las caras frías de verano, en las calles solitarias de Tokio, y el sabor agrio de la miel para curar las llagas en mi boca podrida. No, no quiero que me veas sonreír, ya sé cual será tu reacción. El caso es que aunque te escupí el veneno te quedaste en el sitio sin inmutarte, entonces es cuando me di cuenta de que tu silencio decía mucho más, respondió a la pregunta sin recitar y la respuesta era: sí, eres una insignificante.