Verdades y mentiras.

Parece ser que te reprocho mis inseguridades, mis errores y mis sentimientos... El odio crece en mí, pero la razón siempre es la misma, quizás no sepa como convivir con la multitud ahogándome, ya no me siento yo misma y esto pierde carisma.

Siento vuestras decepciones reflejadas en las caras frías de verano, en las calles solitarias de Tokio, y el sabor agrio de la miel para curar las llagas en mi boca podrida. No, no quiero que me veas sonreír, ya sé cual será tu reacción.

El caso es que aunque te escupí el veneno te quedaste en el sitio sin inmutarte, entonces es cuando me di cuenta de que tu silencio decía mucho más, respondió a la pregunta sin recitar y la respuesta era: sí, eres una insignificante.


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