Entradas

Mostrando entradas de noviembre, 2018

Bésate los labios

Imagen
La luz de la lámpara mengua cada vez que la enciendo. En la habitación aparecen nubarrones amarillentos que mis ojos difícilmente pueden adaptarse a ellos, o es la sombra del sol que se instala en mis pupilas.  Y el miedo me corroe.  El viento susurra el peligro de los secretos llegados a mis oídos, susurra nombres que me calan los huesos, y no es el frío quien me castiga por las noches cuando duermo sin calcetines, sino el escalofrío del mal presentimiento que sacude mi cabeza obligándome a apretar los dientes. El último éxtasis que se dice, la absorbes cuando me besas. Pero me sabes a amargura.  ¿Y acaso no te contagio?  Deseo que puedas mirar por mí. Deseo que puedas escuchar por mí. Deseo que puedas saborear por mí. Deseo que puedas sentir por mí. Todo aquello que tu muestras el primer día, y lo que ocultas los demás días. La habitación tenue encierra los secretos revelados en mis oídos y no dichos. El eclipse castiga definitivamente a mi vista. (¿Y ahora qué

Bésame las manos.

¿Qué es este frío que calienta al aliento cuando soplo moscas invisibles?  Fumo nubes bajas cuando no me da el dinero para cigarros.  Siento que me mareo cuando me río a carcajadas y pienso: "es una bonita forma de morir ahogada". Aprieto las manos sintiendo el poder de tocar la felicidad sin los dedos pero sí con el estómago.  Y salto, salto muy alto.  Y sonrío, tanto que me duele los mofletes.  Y hablo, menos de lo que me trabo.  Es entonces cuando sin darme cuenta tiro todos los cuadros de la casa, ¿pero a quién le importa? El éxtasis flota en mi pecho.  Pero poco a poco se derrite como un hielo en una sopa.  Mientras tanto, te contagio las ganas de vivir un poco más.