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Mostrando entradas de octubre, 2015

Volver, ojalá.

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Hoy te pido que vuelvas. Me arrepiento de mis insolentes palabras que en tus oídos impactaron y en tus ojos brillaron la ternura de la decepción. Y como hojas mecidas por el viento, tu te fuiste con ellas, dejándome que me pudriera como una manzana envenenada. Fracasé. Mis rodillas lloraban gotas de sangre al suplicarte demasiado y me pregunté miles de veces si esto era necesario, pues mi orgullo siempre reaccionó antes de que mi corazón haya pecado, al ofrecer parte de mi ser en tus manos en guante ( pero aún así te lo entregué); no sé como hiciste para que dejaras tus huellas aún reflejándose en mi piel vibrante. Porque tú, maldito ser humano, me pediste tiempo para decidir si hoy lloverá o hará sol para iluminar nuestro camino juntos. Y prefiero que me parta un rayo antes de seguir esperando. Pero lo que más me duele es que tengo la esperanza de que vuelvas y me robes el aliento.