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Hablando de significados totalmente antónimos. La comprensión te surge como un duelo entre un muro y tu puño; al final, lo que queda es la expresión de derrota. Sorprendentemente aún seguimos de pie cuando la lluvia había formado charcos que nos cubrían hasta los tobillos, éramos torpes y las sutilezas eran inexistentes.  ¿Sería que el tiempo se nos estaba echando encima? ¿O sería que el acercamiento me acobardaba? En el último capítulo el muro se agrietó cuando ya solo quedaba yo con el agua hasta el cuello y sin saber nadar.

Ese momento de desasosiego.

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Al recuperar el aliento, aún la visión era borrosa, una capa transparente pegajosa se adhería al cuerpo quemado. Pompas de sal decoraban el pelo oscuro como el carbón pasado por las brasas, ya solo quedaban las cenizas. El vaivén lo empujaba al fondo de la aterradora incertidumbre, aunque la arena enterraba sus pies. A cada nuevo salir a la superficie la orilla le parecía muy  lejana, el sonido de voces parlando se desviaba por el viento que zarandeaba sus oídos. Aunque la arena enterraba sus rodillas. El frío era lo único que lo acogía. Los pulmones se encogían, lo obligaban a toser, a recuperar el aliento.

Una parte de ti que desaparece.

A medio camino se ablanda el momento de encontrar el oasis. No es el calor del desierto lo que sofoca a mis piernas a seguir, ni el frío que recorre mi cuerpo cuando duermo al ras del suelo, rodeada de arena y sueños incompletos. El espacio en blanco se expande, el horizonte se ha desdibujado, y la neblina ha ocupado su puesto. Ahorrando tiempo en pequeños silencios cuando uno coge aire, sin embargo todo se queda en un punto y aparte temeroso a ser respondido.  Su voz era de acero y de piedra. Su voz le ordenaba que volviera a vivir. Pero Lanre yacía inmóvil y muerto. Su voz era de amor y de deseo. Su voz le pedía que volviera a vivir. Pero Lanre yacía frío y muerto. Desesperada, Lyra se echó sobre el cadáver de Lanre y lloró su nombre. Su voz era un susurro. Su voz era de eco y de vacío. Su voz le suplicaba que volviera a vivir. Pero Lanre yacía sin aliento y muerto. - El nombre del viento.  

Anáforas y paralelismos cotidianos.

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Hay cosas que la vida te arranca, que el karma te arranca, que el destino te arranca. Y no puedes hacer nada a cambio para sentirte bien, para respirar bien, para hablar bien. Y no se puede dejar a uno atrás aunque la vida te lo haya quitado, aunque, la luz se lo haya llevado. Desde unos días, unas semanas, estoy así como desvanecida. Al encontrar a esta chica supongo que me enamoré de ella y su voz, me recordaba tanto a Siouxie and the banshees. Y con su música me animaba algo más.  Solo eso.  (Me encantaría que a quien me lea le anime también su música.)

No hay vuelta atrás.

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Como el hielo deshaciéndose, la sangre se desparrama por el asfalto; piernas partidas, corazón que no late. Corazones que gritan y se enganchan en las gargantas. El dolor asfixia nuestras ganas de vivir. Tan inesperado, tan horrendo. Yo aquí culpando a mi destino. Ahora la claridad de la muerte asusta. Es una realidad. Es la realidad. Buscar la felicidad suena tan egoísta cuando ellos lloran por otros. Cómo es que una canción no cura las heridas. Esto no es como antes, el espejo señala a la siguiente víctima descarriada. Muchos seguían el camino, yo misma di unos pasos por el corredor de la muerte. Quedaba muy poco. Lo abandoné, muchos se quedaron y otros tropezaron ahí sin comerlo ni beberlo. Sigue el pensamiento de volver pero no puedo. Ya no. La tormenta aún sacude conciencias apagadas por el buen sueño de las ilusiones, de vivir con los ojos cerrados y sonreír porque el sol calienta sus caras salpicadas de miedos. Hora de atravesar el tramo con los pies descalzos

Incomprensible.

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Líneas inofensivas, marcadas incompasivas.  ¿Sabes como te mira  un loco a través de dos tiras de papel? Marcar el territorio solo para sentirnos protegidos. Estamos perdidos entre el licor del polo y flechas clavadas. ¿Sabes como es morir sonriendo?
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Espero que esto sirva para algo.  He arrancado de raíz aquellas amapolas que animaban mi vestido. Ahora sólo se comprende de cenizas y lágrimas flotantes. Lo que dije, dicho está, pero no para tus oídos, sino para tus ojos incomprendidos.  Dibujabas en tu imaginación escenas en contra de la realidad,  no correspondía a lo que yo sentía. Camino hacia la puerta de la salida, dejando atrás un reguero de cadáveres ya sin alma, porque ellos fueron las amapolas.   Y sí, fue culpa mía y te cedo el paso a que continúes con el perdón.

(...)

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A veces el arrepentimiento lanza latigazos en el momento más oportuno. Sinceramente, ¿qué es lo que soy? Rompo a pedazos mi espalda para liberar la carga. La voz se ha quebrado. Y me siento como la pelusa al final de la bolsa de deporte junto el sudor de la toalla. La voz se ha atragantado en un débil grito de injusticia. ¿Qué es lo que soy? ¿Quién soy? Me despido con el mal sabor de boca, el hecho de que no pudiese ser distinta como yo quería, lo echa todo a perder. Adiós.-L.L