Ese momento de desasosiego.

Al recuperar el aliento, aún la visión era borrosa, una capa transparente pegajosa se adhería al cuerpo quemado. Pompas de sal decoraban el pelo oscuro como el carbón pasado por las brasas, ya solo quedaban las cenizas.
El vaivén lo empujaba al fondo de la aterradora incertidumbre, aunque la arena enterraba sus pies.

A cada nuevo salir a la superficie la orilla le parecía muy  lejana, el sonido de voces parlando se desviaba por el viento que zarandeaba sus oídos. Aunque la arena enterraba sus rodillas.

El frío era lo único que lo acogía. Los pulmones se encogían, lo obligaban a toser, a recuperar el aliento.

Comentarios