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Preludio

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Esta fase del sueño llamada madurez me ha permitido celebrar los logros que nunca mi mente me había permitido. Pude confiar en mi cuerpo que aguantó la lluvia cuando estaba medio desmayada. No eché de menos el exterior si sólo me esperaba la tormenta.  Desconecté y pude ver con claridad que hay que pestañear dos veces para ver cómo es en realidad una persona y no culpar al polvo que se acumula en las pestañas. Tengo la fuerza suficiente para escupir en mis propios zapatos. Y ahora nada importa.  Éste es sólo el preludio.  Espérame. 

Mente a tierra

No esperé tanta expectación de tu parte. El ambiente olía a excitación y a perfume masculino. Mis pensamientos, enredados en tus dedos, me impedían hablar. Saboreo del momento dulce de tu atención en mis gestos, en mis movimientos mientras que tu respiración se agita, desando tu cuerpo conocer al mío. ¿Será que desaproveché el momento por haberme hecho de rogar? Mientras que tu pecho se calmaba, yo soñaba con paraísos al alcance de mi mano. Mientras que te alejabas de mí con la decepción en tus ojos, yo sentía tu mano apretando la mía.  Y cuando desperté, la luces estaban apagadas.  La paciencia no era tu fuerte, ni tampoco la mía. Pero fui capaz de esperar. De esperarte. Date cuenta de que mi cuerpo paralizado al verte era normal, necesitaba tiempo para acostumbrarme a ti.  Me di cuenta de que no te fuiste porque creyeras que no te quería, sino porque no aguantabas estar tanto tiempo solo.

Tal vez esto no acabe.

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Ojalá poder escribir historias de amor y ser protagonista, pero mis finales siempre son agridulces.  Hoy vengo a contar la historia de mi vida. Me estoy emparanoiando, no puedo caminar recto. Tiendo a mirar atrás porque siento que alguien me está siguiendo. Cuando me doy cuenta, tengo un muro delante de mí. Miro a los cuatro costados y el muro se extiende sin fin. Me quedé atrapado en mi paranoia otra vez. Al pedir ayuda mi voz falla y un fino hilo estrangula mi garganta. No puedo casi ni tragar. Perdóname por no creer tus palabras pero ya vivo demasiado en un sueño idílico como para que alimentes más al monstruo que vive dentro de mi cabeza. Me pides que confíe, que puedo hablar pero no llorar en tu hombro.  Me pides que no piense demasiado, que no merece la pena perder el tiempo en derrumbarme porque la vida es demasiado corta que es hasta capaz de dejarme con la palabra en la boca. Esas son las excusas que siempre encontré sentido, pero que enmascaraban las trag

"Si emociona soñarlo imagina hacerlo."

Ayúdame, no puedo abrir los ojos, todavía no. El sueño me tiene retenida entre alegría y felicidad. Todo a mi alrededor, todo tiene sentido. No me despiertes aún, la tormenta se aproxima por la esquina de  tu calle, no de la mía. Y predigo que correrás porque se te hundirá la certeza de tus palabras  cuando me mires y me veas. Porque al fin y al cabo somos como dos trenes que se enfrentan  pero en diferentes vías. Y cuando despierte sé que  ya no estarás.

Llámame.

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Llámame cuando el tiempo ya no tenga sentido, cuando ya no haya hojas en las copas de los árboles y tengas frío. Te espero en la fuente de siempre. La temperatura del agua no ha variado, sigue igual de helada que la nieve que no cae pero que permanece en el ambiente, o serán mis manos. Soy incapaz de calentarlas por mí misma. Pero me encanta que tocándote se me caliente el corazón. Esas veces que te acuerdas de mí, vienes y miras mi reflejo a través del agua, introduces las manos para alcanzarme pero nunca llegas. Y el tiempo se detiene. Hasta que te falta el aire.  

Doble verdad

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Mientras mi cuerpo se sumerge en la bañera llena de estrellas que conforman constelaciones en mis espalda, mi mente viajaba a través de una nave. Traspasando la atmósfera, mis pulmones sufrían la presión del vacío, el pánico que se transformaba en ansiedad y miedo. Y cuánto más me alejaba de la tierra un pitido constante se hacía eco en mis oídos. Sólo podía ver la oscura soledad, como la marea: una calma engañosa camuflada en quietud, silencio. Los depredadores, escondidos entre las rocas y la arena, esperan, con paciencia, un paso en falso.  Y, de pronto, un meteorito se cruza ante mi, derribando mi nave. Mi cuerpo sufre un espasmo, lucha contra la falta de oxígeno, intenta salir, escaparse, de la bañera.  Pero lo que no sabía era que ya me había convertido en polvo de estrellas. Cuando el destino te haya traído hasta aquí, te recomiendo escuchar Faultline~Starset
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Al fin

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Oye, los caminos han ido destrozando la suela de nuestros zapatos, siento la sangre besar cada pellejo que se ha ido despegando de mis pies. Ahora lloran. Si el camino no se ha hecho para mí, no será porque no resisto, sino que prefiero elegir el camino de rosas, donde me esperas atado entre espinas. Todo parece una penitencia. Tu rostro congelado por el paso del tiempo evita encontrarse con el mío. ¿Avergonzado? Mira cómo mis huesos se mueren por ti porque la piel me la dejé colgada en el perchero. Hace mucho frío fuera. Ahora siento el calor corporal cuando nuestros huesos se entrelazan en un sí eterno. Por un momento tu mirada brilla al reconocerme al fin.

Lo que Saturno calla

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He recorrido con las manos cada esquina de las páginas que poco a poco conformaban las líneas de las palmas de mis manos, leídas por ojos ávidos de invención, recitándome de memoria mi futuro;  acariciadas por huellas que siguen el recorrido de las venas y que se perdían cuando llegaban al hombro. Otras ataban las muñecas en mi espalda pintando la cuerda de cosquillas y felicidad mientras Saturno me observaba, sabiendo mejor que nadie lo que eso significaba. Mi mente manejaba a consciencia el poder de la tinta que cae sobre el papel y otras veces en mi piel, impregnándose en esa atadura, llevándola al calor de la lámpara, quemándola. Ahora recorro con los dedos los recuerdos que sobrevuelan mi memoria como pájaros en busca de comida, y lo que encuentran es un sabor agridulce pero que alimenta a sus pequeños estómagos.

Este es solo el final.

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  Escribo porque la voz se me queda corta. Quiero contarte tantas cosas que no me das tiempo, y siento que si muero, viviría como un fantasma, incapaz de descansar en paz.   Quiero que me escuches entonces, porque ya veo que es así la única manera de retenerte entre mis brazos. Pero me estoy dando cuenta de que el significado de las palabras dejan de tener sentido cuando nuestras miradas coinciden.    Déjame contagiarme por el romanticismo por una vez.    Ahora no me apetece pensar, solamente nadar en el océano de tus iris y escuchar tu respiración en mi boca, porque cada vez que tu lengua choca contra mis dientes, llamándome, me doy cuenta de que bebes mis pensamientos.    Pero esta vez la suerte no me acompañará, el mal augurio no se disipa todavía, el intenso calor de la primavera no la evapora como lo hace con las lágrimas de rocío de las flores, sino que una nueva tempestad carga contra mis deseos de tener esperanza. ¿Y para qué tenerla en el bolsillo? ¿A caso me

Sólo es la transición.

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Estoy desaparecida en mi silencio, no encuentro el camino que me lleva a casa. Quiero que me conduzcas con tus palabras si me escuchas gritar. Pero debo creer en tu verdad y eso es lo que más me cuesta.  Culpo a mi inseguridad por dormir en la tempestad sin refugio. Suena la campanilla que anuncia su llegada a mi estómago y revuelve entre mis cosas, robando lo poco que me queda, dejándome con hambre. Pero sigue ahí, viendo cómo el sol me quema la piel y cómo la luna me la cura.  ¿Hasta cuándo pretende reírse de mí? Prefiero que no me diga el día de mi final, porque la sombra del abandono cada vez se alarga más.  Entonces el viento susurra una voz que transciende de lo terrenal que me empuja, que tira de mí, impidiéndome mirar atrás y que las huellas pasadas indican el camino.

Entre la espada y la pared

¿Te puedes creer que no tengo tiempo ni para recordar?  Siento que vivo en un cuerpo prestado, el cual está vacío.  La cadena de la rutina me arrastra día tras día, sin darme la posibilidad de tragar aire cuando el viento fresco de la noche roba la ropa del tendedero. ¿Pero cómo me voy a dar cuenta de que ando desnuda entre mis pesares? Hasta que pasa. Perdóname por olvidar los nombres que aprecio, porque cuando al fin despierto, quiero gritarlos.  Perdóname por pensar en los malos momentos, porque cuando al fin lloro, busco los buenos. Perdóname por escapar de este mundo, porque cuando al fin me encuentran, me enfrento.  Porque el tiempo corre y mi vida también.

Día 3: Tempestad

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Conseguí quitarme de encima el calor que incendiaba mis orejas, porque lo que no podía soportar era el susurro envalentonado, que corría escurridizo de boca en boca pero con una misma intención.  Había una sensación que se escapaba de mi control.  Y esa era la ira, que quemaba periódicos viejos y derretía velas que olían a canela. Dentro de mí ardía una casa que acogía a mi buena voluntad mientras yo observaba trenes yendo y viniendo.  Por la boca expulsaba el humo convertido en vaho y las cenizas en calima.  Pisaba con fuerza porque las rodillas no respondían. Una gota, otra y otra, caían desde lo alto, calmando mi ser, ocupando mi mente de música sin letra.

La insipidez del día a día

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El olor de su perfume estancado en el cuello de mi camisa.  Los sueños recurrentes dañados a la mañana siguiente. Las marcas invisibles de sus dedos en las paredes de mi casa. El vacío que se siente cuando se vive sin muebles. Al menos se rellenaba con el eco de su voz.  Pero ahora no queda nada.

Vamos. Te estoy retando.

-¿Qué es lo que debo hacer? No preguntes. No me hagas cargar con tus inseguridades.  ¿Entonces huirás? Haz lo que quieras. Encuéntrate. Y vuelve, enfréntate a mí. Porque entraste en acción un minuto antes de pensar en las consecuencias, dejando cabos sueltos. Dejándome atrás.  Pero mi instinto corre más rápido, anticipándose a tus decisiones.  Pero no puedes dormir ahora. Como yo no pude en su momento, aunque debí estar preparada.  Pero aquí estoy. Esperándote.  Y cuando vuelvas, recuerda que sé que los humanos no cambiamos.  Sé lo cobarde que eres.  Que la distancia podrá resolver tus inquietudes, eso crees.  -¿Qué es lo que debo hacer? - Enfréntate a ti mismo primero.

Espérame.

Ahora puedo. Mirando los pies durante meses únicamente te hace perder el sentido de la orientación. Ya no sabes nada: estás obcecado en un ver, en un sentir que no exteriorizas, y que tampoco te implicas en los demás. Vives aislado. Tienes un objetivo. -La conciencia. Objetivo cumplido. Y ahora puedo alzar la cabeza. Lo siento por haber estado lejos.

Era peor el remedio que la enfermedad

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Aún quedan muchos días hasta que el hielo de mi boca se deshaga completamente, (pensando que el calor ha desaparecido de mi cuerpo). Tus lágrimas cayendo sobre mi piel no impiden que la enfermedad se eche atrás, una vez infectada de muerte, ya no hay posibilidad de brindarme el antídoto con la misma fórmula . Y más sabiendo que fuiste tú quién inyectaste el veneno en mis venas.  

Frágil

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Con la punta del lápiz atravieso el lino, dejando un agujero por el que pasa un fino hilo llamado Espíritu. Espíritu se adhiere al lino con más fuerza en cada puntada, pero cada vez con más intensidad recibe la presión, como si una losa de piedra le empujara contra la pared, aguantando la inestabilidad de la tela, que tenía más agujeros que refuerzos. Y el hilo se rompe.

Más claro que el agua.

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La marea baja el ritmo de fuerza bravía contra el campo de minas que forraba la capa superficial del músculo, que cada vez bombeaba más débilmente por la pesadez de la dureza, que ha ido evolucionando a una piedra casi inerte.  La marea se ha cansado de esquivar la rudeza de los pitidos que ahuyentaban a los delfines que cantaban.  Y se entiende.  Pero con el tiempo, se descubrió que la dura capa de piedra que recubría casi sin piedad, no era más que arcilla seca, que con el vaivén del agua se había ido deshaciendo como un caramelo entre los dientes.  Cuando cayó la última gota de arcilla, la marea se había retirado, dándose por vencida. El corazón, empapado, sintió el frío de la noche, encogiéndose más y más indefenso.  Y se arrepiente.  Aunque iba a contrarreloj, sus últimos esfuerzos empujaron su cuerpo, corriendo y corriendo. Hasta que se unieron la marea y él en un abrazo.

Se hace tarde.

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Quiere saber si escuece echar limón sobre la herida que tiene abierta,  Quiere averiguar si está delirando al verla en cada esquina que gira,  Quiere correr persiguiendo su silueta pintada en el suelo de sus recuerdos, Quiere recordar el porqué tomó la decisión de abandonar,  Quiere tragar su orgullo y Quiere volver a estar con ella. Pero... Quiere saber dónde está desde aquella última vez que la suerte les sonrió, Quiere lavarse el pensamiento de culpa, Quiere llamarlo y escuchar su voz, Quiere dormir, Quiere su respuesta, Quiere cerrar la herida cosiéndola,  Quiere olvidarlo y seguir hacia delante.  Y lo hizo.

No hay tiempo para soñar

Al fin ha llovido.  Las nubes cargadas de pena lloraban por el gran brillo del sol en plena noche, las desvelaban. Pero, ¿cómo se puede desvelar algo que nunca duerme?  Siguen su camino sin descanso, atravesando grandes montañas, y encontrándose unas con otras. Viendo como se deshacen unas, y como se unen otras, corriendo en corro, formando un tornado.  Gritan cuando el viento les hace cosquillas y se las lleva fuera de la fiesta cuando ya han bebido demasiado y vomitan ácido, dejando un rastro corrosivo en la tierra, desmayándose, en definitiva, en el suelo. Mientras dormían se escuchaba accidentes de coches que se estrellaban por la poca visibilidad debido a las nubes bajas.  Me siento como si me llevara el viento, en contra de mi voluntad. Pierdo la fuerza mental para afrontar la lucha por dormirme cada noche, cuando mi cuerpo no se siente cansado pero mi mente sí. Al fin ha llovido, y parece que el ambiente se calma. No se escucha nada más que las gotas cayendo, ch

Día 2: Advertencia

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Tírame de la lengua porque tengo veneno escondido debajo de ella, que ha ido pudriendo los dientes por haberse consumido el tiempo de espera. Pero tira de ella mirándome a los ojos y observa cómo el pájaro sale volando dentro de ellos. Ahora no es el momento de los arrepentimientos.  Escucha mi voz; como una montaña rusa, sube y baja, retorciéndose en tus oídos. No, no te permito dormir aunque me tengas lejos, porque la memoria hace daño.  Y ahora comienzas a entender algo. Soy yo quien se cansó de atragantarse con mis propios mocos, producidos por simulaciones metidas en mi cabeza, pero no se negaban que fueran mentira.  Fue un regalo que me dio mi intuición. Nunca se equivocó, sabe lo que me gusta: la verdad.  Tu pájaro ya había volado muy lejos cuando fue mi cumpleaños. Pero mi intuición se había adelantado.  Como siempre.  Corre más que tú. Corre.

Día 1: Descubrimiento

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Seguía las huellas embarradas, pisadas por unas botas de pies torcidos. Perdida en medio de una ciudad donde la gente te aparta con los hombros, y te miran pero no te ven. La abrumadora sensación de sentirse solo cerca de miles de personas, me empequeñece. Me asusta. Menos mal que viniste en mi busca. Las huellas se habían diluido por la lluvia. ¿Cómo iba a regresar a casa sin ti? La valentía cogió mi mano, llevándome casi corriendo hacia la carretera, desafiando la velocidad de los coches, sintiendo la adrenalina en mi cuerpo, mientras mis pies chapoteaban en charcos que no eran capaces de serpentear hacia las alcantarillas. Saltando hacia la boca del metro hambriento, me traga y me expulsa cerca de casa, con un cielo despejado.

Hace frío fuera

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Nadé entre la multitud de peces que seguían la misma dirección del río. Inhalaba las burbujas atrapadas debajo de las piedras, solamente para escuchar el relajante sonido del agua correr por mi cuerpo, sentir la liberación de no tocar el suelo con los pies, por lo que me exponía a la muerte.  La claridad cristalina, inmaculada , del agua, se convirtió en un baño de sangre de la cual me asusté creyendo en el último día. Mis manos, llenas de heridas, atacadas por cangrejos de río, camuflándose en forma de roca.  Ya sentía el pánico del ahogo en mi boca, bajando por el esófago, instalándose en mis pulmones. Era el momento de salir o quedarse dentro, inmaculada .  Burlé a la muerte por el instinto de supervivencia, que punzaba mi cuerpo,impulsándome para coger aire en un mundo donde ya no hay oxígeno.