Llámame.

Llámame cuando el tiempo ya no tenga sentido, cuando ya no haya hojas en las copas de los árboles y tengas frío.

Te espero en la fuente de siempre. La temperatura del agua no ha variado, sigue igual de helada que la nieve que no cae pero que permanece en el ambiente, o serán mis manos. Soy incapaz de calentarlas por mí misma.

Pero me encanta que tocándote se me caliente el corazón.

Esas veces que te acuerdas de mí, vienes y miras mi reflejo a través del agua, introduces las manos para alcanzarme pero nunca llegas.

Y el tiempo se detiene.

Hasta que te falta el aire.

 

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