Entre la espada y la pared

¿Te puedes creer que no tengo tiempo ni para recordar? 

Siento que vivo en un cuerpo prestado, el cual está vacío. 

La cadena de la rutina me arrastra día tras día, sin darme la posibilidad de tragar aire cuando el viento fresco de la noche roba la ropa del tendedero. ¿Pero cómo me voy a dar cuenta de que ando desnuda entre mis pesares?
Hasta que pasa.

Perdóname por olvidar los nombres que aprecio, porque cuando al fin despierto, quiero gritarlos. 
Perdóname por pensar en los malos momentos, porque cuando al fin lloro, busco los buenos.
Perdóname por escapar de este mundo, porque cuando al fin me encuentran, me enfrento. 

Porque el tiempo corre y mi vida también.

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