Frágil

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Con la punta del lápiz atravieso el lino, dejando un agujero por el que pasa un fino hilo llamado Espíritu.
Espíritu se adhiere al lino con más fuerza en cada puntada, pero cada vez con más intensidad recibe la presión, como si una losa de piedra le empujara contra la pared, aguantando la inestabilidad de la tela, que tenía más agujeros que refuerzos.
Y el hilo se rompe.

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