Más claro que el agua.

La marea baja el ritmo de fuerza bravía contra el campo de minas que forraba la capa superficial del músculo, que cada vez bombeaba más débilmente por la pesadez de la dureza, que ha ido evolucionando a una piedra casi inerte. 
La marea se ha cansado de esquivar la rudeza de los pitidos que ahuyentaban a los delfines que cantaban. 
Y se entiende. 

Pero con el tiempo, se descubrió que la dura capa de piedra que recubría casi sin piedad, no era más que arcilla seca, que con el vaivén del agua se había ido deshaciendo como un caramelo entre los dientes. 

Cuando cayó la última gota de arcilla, la marea se había retirado, dándose por vencida. El corazón, empapado, sintió el frío de la noche, encogiéndose más y más indefenso. 
Y se arrepiente. 

"We cαn eαsιlʏ ғσrgive α cнιld wнσ ιs αғrαιd σғ тнe dαrκ; тнe reαl тrαgedʏ σғ lιғe ιs wнen мen αre αғrαιd σғ тнe lιgнт."Aunque iba a contrarreloj, sus últimos esfuerzos empujaron su cuerpo, corriendo y corriendo.
Hasta que se unieron la marea y él en un abrazo.

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