Oscuridad dentro de oscuridad

Sanar su cuerpo inmóvil ya se hizo imposible para los guantes de plástico, intactos y tirados a la basura.

No pudieron salvarla.

Su sangre dejaba de correr, estaba cansada, incluso se sentía fatigada de recorrer el mismo camino, hasta que encontró la luz dentro de la oscuridad.

El peso muerto del cuerpo cayéndose obligó que esa esa cinta roja deshiciese el nudo de su pecho, saliendo por su boca como un leve suspiro.

El cabello dulce a chocolate descansaba plácidamente en su frente pálida y lisa, convirtiéndose así desde su raíz en ceniza; ceniza que se desplazaba en el aire por el soplido del viento o como la exhalación del humo podrido entre dientes carcomidos de bocas sedientas de vicios, pero están satisfechos de morir cada día un poco más, mientras que esa pobre niña deseaba vivir cada minuto un poco más.

Pero no pudieron salvarla.

Solo dejaron que sus pulmones se consumieran y ella se dio cuenta de ello.

No pudo salvarse.

Y vio la oscuridad dentro de la áspera niebla.





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