La destrucción y lo que eso conlleva.

Esas finas líneas marcadas con un afilado rotulador rojo rendondeaban el fracaso exquisito de la existencia humana.

Para sobrellevar este pesar, han ingeniado inventos para aún creerse que son las cabezas pensantes más inteligentes del planeta, sin embargo se acuestan con el aliento de un borracho.

Con el ruido de las máquinas decorando la vida material, no son capaces de apreciar el llanto de los pobres infelices.

Esos pobres infelices averiguaron el verdadero destino que prosperaba para la raza humana, y ante aquel deseo de venganza, ellos también crearon un arma tan destructiva como la bomba atómica y harían oídos sordos para amortiguar los gritos exigiendo piedad como en los campos de concentración.

Y así es como el mundo estaba dentro de una guerra continua. 
Acabará pronto la vida que tanto ansiaban los pobres infelices consumidos por el deseo sangriento de la muerte.

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