Tú la llevas.

He de confesar que he cometido un asesinato en mi propia casa,en mi propia habitación; las manchas oscuras, salpicadas en las paredes, corroboran con mi sentencia. Sin embargo, una parte de mi ha sido succionada,mientras que la otra parte (y menos importante) se ha quedado aliviada. Y ahora solo hay que limpiar con estropajo sin pisar lo fregado.
Esa parte de mi, que ahora puede dormir por las noches, disfruta de su libertad limitada, pero los oídos siguen despiertos y cada vez las manos se empapan de ampollas por explotar. Las prisas aumentan las posibilidades de fracaso.
Y como paulatinamente estoy cometiendo mi propio desalojamiento interno, donde la consciencia pretende robotizarme guiándose por mis oídos y murmullos lejanos. 
Aunque el hedor se ha ido extendiendo por mi barrio,quién sabe por donde más.



Comentarios