Cosas sin importancia.

Voy mejorando.

La otra mañana dejé de pensar, el sueño me aplastaba, me gritaba que desconectara. Era por mi bien.
Y le hice caso; fue un minuto escaso pero bonito y a la vez cansado.
Después... Vuelta a la realidad. Escuchaba el mismo murmullo día tras día, era lejano y te invitaba a relajarte un rato. En cambio a mi me molestaba, quería extinguirlo. Era imposible porque me perseguía hora tras hora, ese murmullo tenía intenciones de llevarse bien con mis oídos irritados, pero sus frases encantadoramente inocentes (o eso pretendía) me provocaba disgusto.

Ya ha pasado una semana y aún no se me quita el picor de su presencia y eso que parece un fantasma porque no lo veo pero lo siento.

-El odio es mutuo.    

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