¿Tendré alucinaciones? Moscas, no me acoséis.
Sabes que me siento perdida
entre el laberinto de vuestras palabras secas y podridas como la pera
amarillenta con picotazos marrones. Cambiemos de fruta. ¿Qué hay de diferencia
entre una manzana y una pera? Ese melón estallando en tu cara igualmente te
producirá un dolor de cabeza. No separemos los grupos de una cosa, me dejáis
sola.
Subo el volumen pero sigo sin
entender el mensaje que queréis transmitir.
¿Pájaros, vosotros me
comprendéis? Ojalá pudiera reunirme con ellos, no me quiero contagiar de
vuestro egoísmo y de vuestra hipocresía, ¿yo también soy una egoísta por abandonaros?
No tenía otra opción. Mi cabeza da vueltas, no resisto más golpes de campana
tocando las horas puntas, resuenan tan fuerte como una bocina soplando en mis
oídos. Estoy tan enferma que incluso creo que veo las acciones malas en buenas,
mierda, si ayer lo veía claro: no pegar, no matar, no robar, no opinar, no
mirar raro a nadie, no respirar (la última no fui capaz de hacerlo, pero
es que ya no puedo cumplir ninguna). Me dijeron que estaba mejor en casa viendo
la tele pero me siento tan encerrada que no hice caso; fuera, la gente bebía,
reía y se pegaban unos con otros, decían muchas barbaridades ¿por qué? No lo
sé. Yo les seguí la corriente y se me pegó sus costumbres odiosas, me convertí
en una persona asquerosa. Pero huí, comprendí que a pesar de ser fruta me
estaba deshaciendo, el moho amenazaba con atacarme y no tenía otra alternativa
que limpiar mi cuerpo salpicado de cristales rotos. ¿A caso podría cambiar
esto? Primero me rehabilitaré de esta extraña sensación de impotencia.
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