La noche de los fuegos artificiales.

Traté de escribirte de nuevo y en cambio la suerte estuvo en mi contra. Siempre lo estuvo.
Un paraíso distinto al tuyo, alejado como las nubes al sol.

Las mágicas llamas chisporroteaban en la boca del mechero, la piedra rueda en tu desgastado pulgar; se te iluminaba la cara y no era por el reflejo del fuego azulado comiéndose tu perilla además de incendiar los fuegos artificiales.

Noches en vela, papeles tirados a la basura ¿Qué hago si no se me ocurre la mejor manera de decirte hola de nuevo?

Siento como mis manos vibran, un cosquilleo atraviesan mis venas en relieve, los nudillos marcados y enfermizos golpean las despedidas en el aire; los remordimientos, los reproches estaban a flor de piel en mi cabeza.

Estas manos no merecen ser acariciadas, ni si quiera uses un desinfectante, las uñas corroídas arañaban tus mejillas encendidas. En las arrugas aún queda la sangre seca que salía de mis cicatrices.

No me veas en este estado patético,quizás huí por ese motivo, no te conté toda mi verdad. Mira el tatuaje de mi espalda como se aferra a mi columna vertebral, ¿escuchas los huesos quebrantándose? ¿no? Es mi llanto el que rompe el silencio formado en un extraño abrazo.

Tan real parecía todo..

Los petardos resuenan en algún punto de la ciudad, espero que seas tú.  


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