Cuánto tiempo.

Muchos intentos de satisfacer mi vista al leer estas cortas líneas; algunos tirados a la basura y otros escupidos sin más miramientos.

Si algo me desagrada ¿para qué lo creo?

Ni siquiera este abrigo me resguardaba de la lluvia propagada por la incertidumbre y el malestar de mi pobre estómago ¿Remordimientos? No.

Esos ladridos solitarios y entristecidos perturbaban al atravesar por mi ventana, percantándome yo de que lo habían abandonado en el interior de un baño ajeno al mío, encerrado y llorando por su amo. El perro no tenía la culpa de ser acogido por un señor que no le tiene compasión ¡Y entonces por qué le acoge!

Pobre de él y pobre de mi que le escuchaba todas las noches cuando intentaba dormir como una egoísta que no tiene corazón. Pero si lo tenía. Tan blanco como mi palidez que se asomaba por mis antebrazos cuando me subía las mangas arrugándolas.

Me hubiera contentado si tan solo fuera una lector más, pero una mente humana como la mía comete este tipo de fechorías. No avivo el fuego sino que sólo el eco resuena en el corredor vacío y que el frío del congelador se escape como un soplido silencioso y amortiguador.

Siente el frío pero no la comodidad que he tratado de crear a veces.

Encontré hoy mismo este grupo, japonés claro. Si me preguntáis el por qué me gusta si no entiendo ni la letra es porque me gusta el ritmo y me tranquiliza al mismo tiempo la voz del cantante, además que la letra es suave en cuanto al idioma, no sé si me entendéis. Espero que os guste, simplemente eso.


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