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Bocas cosidas; el hilo se pudre en los labios partidos; palabras cortas, innecesarias, salen de ellos como cuchillas intentado rajar telas, pieles sin explorar.

Mírame, no soy como ellos. No me mates, no soy como ellos.

Atada me tenéis, con un saco en la cabeza oliendo a patatas rancias con gusanos. El pelo se empobrece convirtiéndose en ceniza. La sangre seca me provoca un picor insoportable; me clavo las uñas en las palmas de las manos para aguantar esta agonía interminable.

Nadie cambiará mi parecer, olvidaos de que perdone a mis enemigos, ellos mismos se cavaron su tumba, pero antes la mía que suya, tristemente.

Me moriré con este resfriado, de camino estoy por el sendero de la luz. Pero más brillante aún, son las almas sobrevivientes de bocas cosidas con sacos en la cabeza.

Vivir de la ignorancia... Depende de qué ignorancia.

(Ellos no saben que les estaba escuchando, que aunque no vea, no pueda hablar ni escribir, me di perfectamente cuenta de ello, de que eran unos mentecatos y sinceramente os deseo suerte en la tierra muerta, yo me salvé).

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