Un paso más cerca.

Mil mundos paralelos, incluso sin descubrir aún, y yo reteniendo el vómito que se instalaba en mi boca cada mañana de este infierno llamada vida. Y esos días tempranos me hundía hasta llegar al fondo de la bañera con la débil esperanza de curarme de esta amargura, y cuando los pulmones no daban más de sí, y vaya pena que mi cuerpo me impulse de nuevo a la superficie y vuelva de nuevo a respirar el aire contaminada del sobre peso del humo del tabaco ahogado en ceniza y revivido para salvar un poco de calma perdida en alguna factura sin pagar. 

Encender el radio-casete y que el mismo disco suene cada vez que quiera aplacar mis lágrimas llenas de odio. Y cuando suene el número 10 para pasar a la siguiente canción para no confundirme más de lo que mi cabeza ya planea. 


Dormir con un ojo abierto por si intentaba hacer alguna estupidez alarmante, levantarme unas y tantas veces a beber alcohol sin preguntar a mi hígado si sobrevivirá una noche más y caer rendida en el sofá desastroso.


Abrir los ojos manchados de pintura negra, recorrer el mismo camino sabido de memoria y aguantarme de nuevo el vómito matutino. El agua esta vez calaba mis huesos como alfileres, ni siquiera podía coger suspiro de lo fría que estaba, y saltar indignada hacia tu posición pero la imagen me dejó sin aliento, ese olor característico que perfumaba mi casa había cambiado a un olor más carbonizado. 


Vi como todo estaba en llamas en cuestión de segundos, la vi con el cigarrillo en la mano, en una esquina del salón mientras que sonaba la canción número 10. Corrí hacia el grifo de la cocina pero ni gota salía de ahí. 



Por una vez creí en Dios, tuve esa esperanza débil de curarme de esta amargura.

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