Hastío.

Los puntos húmedos se corrían por el largo del papel rojizo, dibujar círculos sobre aquellas marcas borrosas creaba la sensación de calma inexplicable, el filo de la punta rasgaba la fina línea del papel. Un agujero decoraba el horizonte entre las montañas y el sol cobrizo a punto de ocultarse entre las brumas del desastre.

La gran barricada de los puntos hirientes dejaron secos hasta las bacías de los barberos. Ellos surgieron como un virus, provocaron las ictericias de los seres inocentes.
Las partículas ígneas cobraron vida para hostigar la horda.

El gran agujero había vuelto a resurgir, los rayos del sol creaba armonía donde antes hubo caos, donde antes todo se hundía en un lodazal.
Y al observar la eclosión de la rebelión, no solo provocó eccehomos, sino que la belleza de un paraíso destruido, había horrorizado hasta un hombre sin ojos.Se habían asentado las binzas en los charcos de sangre.

No había quedado nada, ese hastío provocó la renuncia de los dioses sobre este mundo desasosegado.

El sol de nuevo se ocultó entre las montañas, poco a poco se había enfriado hasta congelarse, y la gran pupila se había desintegrado al sentir tal desazón.

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