Anti Donna Angelicata.

Triste es detenerme ahora, la locura es lo único que me salva del vacío, del vacío del más allá. La oscuridad de mis pensamientos me crucifican, lo que ves erróneo en mis actos, yo lo veo como un regalo entregado  a la tierra de las almas perdidas, aunque más desorientada estoy.

Leí que tu color se desvanecía como suspiros diarios, tu cabello convertido en ceniza suaviza mis muecas de arrepentimiento. Unamos nuestras palmas de las manos, que despedirnos sin el adiós agrada a mi garganta cortada.
Yo, repentinamente brillé bajo el sol, decías que la blancura de la edad me quedaría bien, que adorabas que no fuera normal.

En la noche preciada, vestidas de gala, por fin me verás pintada, con el toque del pintalabios violeta, y el polvo blanco en mis mejillas, intentando disimular las arrugas de la frente. Supongo que es esto lo que deseábamos desde un principio.

Las doce tocan, las puertas del ascensor se abren y hacia allí me dirijo, junto a ti, al vacío de nuestros pensamientos. Ya es tarde para el vive el momento cuando el nuestro fue nefasto, y ahora míranos, cuando tus dulces y sepulcrales historietas me presentabas cada día, con eso me bastaba para sonreír de nuevo y que esto fuera más leve.




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