La confianza
No te quiero traicionar de nuevo. Pero esto es otro cantar, más profundo y a la vez hueco. Te miro y ya sé qué estás pensando, tu mandíbula se tensa, tus manos se aprietan y cierras los ojos. Más me duele a mí verte así, por mí. No te puedo culpar de sentir este malestar, llamado desconfianza. Te he martilleado la cabeza las suficientes veces como para saborear la sangre. Y aún así me exculpas a conciencia. A conciencia. Yo solo soy el producto de tu reflejo. Cuando te miras al espejo y te reconoces menos. Pero no te quiero traicionar, y quisiera que te vieras como en realidad eres: una diosa dentro de un cuerpo mortal, desprotegido, desconsolado y escarmentado. Quién aún se busca y se está encontrando. En definitiva, una luchadora . Unámonos juntas, cuerpo y mente, para recobrar la confianza.