Ruido

 El ruido. El incordioso ruido. El glorioso ruido. El infernal ruido. El milagroso ruido.

¿Qué es para ti el ruido?

Para mí, el ruido es ese águila que come el hígado de Prometeo cada día. Una maldición que no deja dormir y que no desaparece nunca.

Nunca.

Pero el ruido es tan relativo... Es tan constante y está en todas partes que el cerebro lo omite la gran mayoría de veces, porque está concentrado a otra cosa, o porque es un ruido tan cotidiano que nos olvidamos de ello, o incluso para no volvernos locos. 

El sonido de los pájaros cantar a lo lejos mientras voy caminando por la calle, no me importaría escucharlo porque es agradable y no me persigue, es momentáneo. Ahí está la clave, el tiempo. 

El goteo constante del agua cayendo del grifo tamborilea en los oídos una y otra vez sin descanso. Y cuanto más me concentro en dejar de escucharlo, más me penetra el ruido. 

¿Y sabéis qué? Que cuando se desprecia un ruido más le temes, porque te imaginas escucharlo en todas
partes y tu cuerpo reacciona de mala manera.

Y lo único que cura este temor es la flecha del silencio matando a ese águila. 


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