La confianza



No te quiero traicionar de nuevo.

Pero esto es otro cantar,

más profundo 

y a la vez hueco.


Te miro y ya sé qué estás pensando,

tu mandíbula se tensa,

tus manos se aprietan

y cierras los ojos.

Más me duele a mí

verte así,

por mí.

No te puedo culpar 

de sentir este malestar,

llamado desconfianza.


Te he martilleado la cabeza

las suficientes veces como

para saborear la sangre.

Y aún así me exculpas a conciencia.

A conciencia. 


Yo solo soy el producto de tu reflejo.

Cuando te miras al espejo

y te reconoces menos.


Pero no te quiero traicionar, 

y quisiera que te vieras 

como en realidad eres:

una diosa dentro de un cuerpo mortal,

desprotegido,

desconsolado 

y escarmentado. 

Quién aún se busca 

y se está encontrando.

En definitiva, 

una luchadora.


Unámonos juntas, 

cuerpo y mente, 

para recobrar la confianza.


 

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