Buscamos encontrarnos.

Soplo el polvo de mi boca, la lengua seca lame los dientes, nadando bajo el paladar.
Mis pulmones están quemados, tragando el humo de sus labios escurridizos. Siento como el calor abrasa la garganta con resentimiento, cayendo como una roca al fondo del estómago.

Quiero huir del temor, pero sus ojos siguen persiguiéndome, acariciando mi piel, tratando de consolar este impulso nervioso que la desconfianza azota detrás de mis orejas.
Un zumbido constante se instala dentro de mi cabeza, siento como una avispa muerde la cordura, arrinconándola en una esquina contra las cuerdas.

Quiero pensar que elegí el camino correcto.

Después de habernos encontrado por primera vez, relajé los hombros, incluso bajé la guardia al escuchar palabras que calmaban a este pobre corazón humano.

Yo también necesito amor, me decía a mi misma.

Su mandíbula se tensaba, su voz se distorsionaba en un chirrido de dientes, alargando su mano hacia mí, uniéndonos en un beso, saboreando la desesperación de ambos. 
¿Por qué no me di cuenta antes?

Aspiro el polvo de su boca, la lengua seca lame los labios agrietados, chocando contra los dientes. 

¿Será que estamos contagiados?



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