Restos

Una llamada. Nadie contesta.
Una llama frágil que baila sobre la punta de un alfiler en medio de un lago de cenizas encharcadas, silenciosa y débil.
La pequeña luz crea una película de sombras chinescas, afilando su perfil de la cara, agravando las ojeras, quemando sus largas y curvas pestañas. 
No me mira. 
No me mira. 
La vida manipula los hilos de un cuerpo sin alma. 
El calor se siente lejano, su respiración paraliza mi cuerpo.
Puedo ver a través del océano de sus ojos la tormenta y la nada.
No me mira.
Una llama que derrite la cera, cayendo sobre su piel.
Le quema, pero dejó de sentir el calor hace mucho tiempo.


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