Lo que una vez hubo y ahora...

Recargué las energías. Me di cuenta de que salir de un círculo vicioso era como dejar de fumar, algo casi imposible. 

Observando a través de la cortina de humo, supe cuan mis pulmones de negros estaban, aguantar incluso cinco segundos debajo del agua era agotador. Me estaba acercando a la muerte a pasos agigantados.
Descubrí que algo tan necesario como respirar lo estaba maltratando, como a mi pobre mente divagadora, y que aún estaba a tiempo de cortar el hilo que se había ido trenzando a medida que el tiempo pasaba, y seguía aspirando esperanzas que intoxicaban, no solo a mi ilusión, sino a mi salud.
Quería demostrar que mis rodillas  y mi paciencia resistirían el doble peso que supuso querer a alguien y arrastrar el temor de vivir en la sombra que su espalda ofrecía.
Asolada, tuve que salir del pozo que yo misma rellenaba de agua para dar a los demás.
Ahora que tengo energías suficientes, ya no hay necesidad de encender otro cigarro.

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