Playa sin arena.

Esperanza y desamor; frustración y lírica atropellada en comas retóricas, nada que ver con el desconsuelo de una alma perdida bajo la tutela del mar sin prestigio, pasado de moda en estos tiempos de clamor.
El hielo que se deshace en invierno refresca a los tobillos en carne viva. Aún escuece las cuerdas apretándose a cada tirón por salvarnos de esta maldición.
La marea nos atrae hasta su corazón salado aún más humano que el nuestro. 
Morimos sin razón, ni consuelo, ni esperanza. No me ha dado tiempo a perder este desamor, que frustrante. 


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