Día 1: Descubrimiento
Seguía las huellas embarradas, pisadas por unas botas de pies torcidos. Perdida en medio de una ciudad donde la gente te aparta con los hombros, y te miran pero no te ven. La abrumadora sensación de sentirse solo cerca de miles de personas, me empequeñece. Me asusta.
Menos mal que viniste en mi busca. Las huellas se habían diluido por la lluvia. ¿Cómo iba a regresar a casa sin ti?
La valentía cogió mi mano, llevándome casi corriendo hacia la carretera, desafiando la velocidad de los coches, sintiendo la adrenalina en mi cuerpo, mientras mis pies chapoteaban en charcos que no eran capaces de serpentear hacia las alcantarillas. Saltando hacia la boca del metro hambriento, me traga y me expulsa cerca de casa, con un cielo despejado.
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