Entradas

Mostrando entradas de enero, 2018

El eco de mi voz.

Derramo las ansias de cantar más alto. Me carraspea la voz al susurrar deseos de amor y compasión; el silencio tapona mis oídos desesperados por escuchar esa canción que ahora me parece lejana, irreconocible. ¿Por qué siento como si hubiese perdido antes de haber empezado? Las gotas de lluvia retumban en mi cabeza produciendo eco, el frío recorre cada parte de mi ser como una garra. Derramo el calor por los poros de la piel envasada al vacío. Me tiembla la voz al murmurar deseos de sol y ropa seca. ¿De qué tengo miedo? Los nubarrones negros me sacan de quicio, esta maldita capa de impotencia aprisiona las ganas de gritar, araño el pecho con los nudillos blancos llenos de frustración contenida, convertida en ira. Recojo las fuerzas desperdigadas entre colillas ahogadas. Aspiro fuerzas. Óyeme cantar alto.

Aterrizando sin cinturón.

Estoy cayendo escaleras abajo, siento los golpes pero no el dolor. En cada escalón dejo un pesar y una costilla rota. En el suelo, salpicado de raspaduras de piel y sangre, descansa mi cuerpo en una postura indescriptible. Mi cabeza está llena: De nubes que van y vienen, De viento que despeina y azota, De agua que cae e hidrata, De fuego que hierve y explota. [Derramándose]

Confesiones que apetecen.

Imagen
Esta obsesión reblandece el pan duro que abrazaba el olvido en algún recoveco de mi memoria frágil.  Poco a poco se había regenerado otra capa en el corazón, y poco a poco volvía a bombear frenéticamente, poniendo a prueba la resistencia de las costuras pegadas con celo. Es como si ya hubiera vivido esto antes. El sabor dulce de su boca aún pica en las muelas, suspiro palabras que no se dejan vencer ante el escepticismo. Echaba de menos esta sensación de complementación. Sin embargo, notaba como la ilusión se condensaba en mi pecho, llorando por no ser correspondido.