Duende
Intento dormir con las luces encendidas, preparada para despertarme por si algún duende decidiera visitarme.
Tenía la ilusión de verlo, sentir su magia. Sin embargo, el cansancio podía más conmigo que la voluntad de mantenerme alerta.
Y así pasó un año más sin tener la oportunidad de verlo.
Cuando me despierto la luz está apagada, la bombilla se había fundido, o eso pensaba. Cuando pulsé el interruptor se volvió a encender.
Ahí supe que el duende había venido y que era hora de dormir tranquila.
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