Vuelta sin retorno(V). Hasta mañana.
El musgo que decoraba las paredes aún en pie (las que quedaban), se había extendido hasta sus piernas blanquecinas. Sus ojos acristalados miraban al cielo oscuro. Los bichos del campo dormían en los recovecos de su cuerpo esquelético; se había tragado su propia lengua, aunque el rastro de besos en el cuello hubiera dado indicios de que la noche habría podido terminar felizmente.
Nadie la buscó.
Salvo él.

¿Sería una muestra de arrepentimiento?
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