Libre interpretación (II)
Las cortinas les regaló la intimidad necesaria en las altas horas de la mañana. Los suspiros se escuchaban, chocaban contra las sábanas sudadas.
Algún canal internacional estaba perdido en la televisión, a la suficiente distancia para no ser escuchada.
No existían las palabras cuando las lenguas estaban descansando en algún lugar en pleno bosque, bebiendo agua de un riachuelo y tropezándose con trampas ocultas. Siguiendo por un camino, encontrándose con unas colinas puntiagudas. Uno de ellos estaba cansado y su compañera tomó el relevo.
Se sentía perdida, desorientada, alcanzó un punto alto y sólo pudo encontrarse con una curva dentellada. Un puntazo hormigueó su estómago, tomó aire, sus labios hinchados eran capaces de sonreír una y otra vez cuando sentía la explosión indescriptible. Veía la cara del otro desde las alturas.
Sólo los suspiros se oían, o quizás más cosas.
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